Conjuros de Messeburgo

Seguimos tras la pista de la magia. En buena medida, la fe que cada vez más personas tienen en la magia tradicional, se basa en la certeza o la intuición de que hace cientos o miles de años, realizar conjuros y lanzar hechizos (viables) era algo tan común como chatear por WhatsApp. Por otro lado, existe la convicción de que la magia no es magia si no comprende un estilizado sistema de gestos, símbolos y palabras cabalísticas. Lo cierto es que, después de leer viejas sagas, códices y grimorios, parece que, en efecto, la magia era algo común, sin embargo, era tan común que carecía de todo el glamour y la sensualidad que se le atribuye hoy en día. Recitar un ensalmo para restañar la sangre o aliviar el dolor era semejante a tomar una dipirona, y generalmente no había que ponerse una capucha y trazar figuras geométricas para eso, bastaba con conocer y evocar los pasajes mitológicos que constituían el origen o el mejor referente del problema a resolver. Es durante la antigüedad tardía y el medioevo que las religiones cristalizan en sistemas místicos-filosóficos, distanciándose del animismo y el chamanismo más simples. El resultado es un amplio diapasón de creencias en el que hoy tienen para escoger los supersticiosos y los neopaganos.

Vamos a revisar aquí lo que sabemos sobre uno de los considerados escasos ejemplos de magia pagana, sin influencia alguna del cristianismo: Die Merseburger Zaubersprüche, “los conjuros o encantamientos de Merseburgo”. Esta traducción de ambos conjuros pertenece a Enrique Bernárdez (Textos mitológicos de las Eddas, Madrid, 1982, pp. 212 y 77, respectivamente), que los tradujo de la edición de Heinz Mettke (Altdeutsche Texte, Leipzig, 1987, p. 45).

1. Merseburger Zauberspruch


Eiris sázun idisi, sázun héra duoder.
suma hapt heptidun, suma heri lezidun,
suma clúbódun umbi cuoniouuidi:
insprinc haptbandun, inuar uígandun!


En otro tiempo estaban las Señoras, estaban allí.
Algunas atadas con ligaduras, algunas detenidas por las huestes,
algunas royeron sus cadenas
¡que salten las ligaduras, quede libre de los enemigos!

2. Merseburger Zauberspruch


Phol ende Uuódan uuorun zi holza.
dü uuart demo Balderes uolon sin uuoz birenkit.
thú biguol en Sinthgunt, Sunna era suister,
thú biguol en Fríia, Uolla era suister;
thú biguol en Uuddan sd hé uuola conda:
sóse bénrenkí, sóse bluotrenkí,
sóse lidirenkí:
bén zi béna, bluot zi bluoda
lid zi geliden, sóse gelimida sin!


Phol y Wodan fueron al bosque
y al potro de Baldr se le dislocó una pata;
lo conjuró entonces Sinthgunt, Sunna, su hermana,
lo conjuró entonces Frija, Uolla, su hermana,
lo conjuró entonces Wodam lo mejor que supo:
como la rotura, como la hemorragia,
como la dislocación:
hueso con hueso, sangre con sangre
miembro con miembro así esté encajado.

Se encuentran en la biblioteca del Cabildo de la Catedral de Merseburgo, Alemania, nada más y nada menos que dentro de un manuscrito litúrgico medieval, un misal con ceremonias y oraciones para la celebración de la misa en el rito romano. Se trata de dos fórmulas mágicas escritas en alto alemán antiguo, presumiblemente entre los siglos IX y X.
El libro fue descubierto en 1841 por Georg Waitz, un historiador natural de Flensburgo, alumno de Ranke (uno de los padres de la historia científica) y especialista en la historia de la Edad Media alemana. Waitz encontró el misal en la abadía de la ciudad hessiana de Fulda, donde estaba registrada su presencia al menos desde el año 990 d.C.: era un ejemplar interesante de por sí, pero tenía el añadido de que alguien había aprovechado unas páginas en blanco para «agregar» algo mucho menos cristiano.

En la página 85, u 84, porque la paginación original está equivocada, se encuentran los encantamientos, seguidos de una oración en latín. Los hechizos son considerados los únicos ejemplos de poesía germánica puramente pagana que se conservan. Además, representan el punto de partida para el estudio de la literatura alemana.

Probablemente fueron redactados por un monje del scriptorium de Fulda, según deducen los paleógrafos por el tipo de letra. Están en verso, con elementos métricos característicos de la época. Por su parte, los filólogos no tienen claro cómo clasificar el dialecto. Tampoco concuerdan en la datación del texto original; la pieza es de los siglos IX o X, pero el contenido es incluso anterior a la generalización del cristianismo.

Amor López Jimeno y Francisco Manuel Marino, de la Universidad de Valladolid, que han estudiado los conjuros, establecen que «estos textos, aunque son los más antiguos dentro de la literatura alemana, respecto a otros textos mágicos son bastante tardíos; por poner un ejemplo, los conocidos papiros mágicos griegos están en su mayor parte datados en el siglo III p. C., pero recogen una tradición casi milenaria. Puesto que ya Tácito observó entre los germanos algunos rasgos del ejercicio de la magia, como la adivinación e interpretación de auspicios y desde su época hasta la aparición de estos conjuros hay un enorme lapso de tiempo, hemos de suponer una transmisión oral de dichas prácticas y conocimientos.»

Es importante subrayar que los conjuros pertenecen a la cultura germánica, que, aunque está emparentada con la nórdica, no son exactamente lo mismo. Sobre la antigua religión de la primera, los datos están mucho más dispersos y son mucho menos significativos que los de la segunda. No obstante, recordemos que los conjuros sí son una constante en las prácticas mágicas de ambas culturas. Me refiero a conjuros del tipo «Sana, sana, culito de rana. Si no sana hoy sanará mañana», que, obviamente, en una sociedad mucho más impregnada por la religión y/o superstición, tendrían mucha más importancia y trascendencia.

Excepto los que aparecen en las Eddas o en las sagas, es decir, en contextos más literarios, este tipo de conjuros se ha conservado principalmente en grimorios, manuales de magia y la tradición oral, pues se han mantenido cerca del hombre común, formando parte de su día y a día, y por tanto, siempre que ha podido, su contenido no esencial se ha adaptado a las épocas, hasta llegar a nuestros días. Enrique Bernárdez, a quien pertenecen estas traducciones de los conjuros de Merseburgo, también recoge en su libro Textos mitológicos de las Eddas, el siguiente ejemplo noruego del siglo XVIII que, como vemos, es muy semejante al segundo encantamiento.

Jesús cabalgaba en el ancho puente,
Folefod, su caballo, se dislocó una pata;
Jesús descabalgó y miró
Colocó los miembros
como antes de dislocarse.
Puso hueso con hueso,
Tendones con tendones,
Cartílagos con cartílagos,
Sangre con sangre
Y tuvo así remedio.

Magia en verso

Sobre el significado y la importancia de la escritura en verso de los conjuros de Merseburgo, López Jimeno y Manuel Marino destacan en su trabajo que: «Prácticamente el origen de todas las literaturas está en la poesía. Ya Herder, en su obra Über die muere deutsche Literatur. Fragmente (1767), llama la atención sobre la primacía del lenguaje poético sobre los demás. Alemania no rompe esa regla, pero destaca además en la literatura alemana el hecho de que los primeros textos que conservamos posean un carácter mágico. Su formulación es, por consiguiente, sentencial, y el componente musical que va indefectiblemente unido a las primeras manifestaciones literarias será de tipo salmódico, es decir, no para ser acompañado con instrumentos musicales, sino, más bien, recitado, «canturreado». A este respecto, téngase en cuenta que la palabra latina in-cantatio, de in-cantare, de donde viene el castellano «encantar», no era en principio otra cosa que un encantamiento, un canto. El término alemán correspondiente a «encantar» sería be-singen, aunque los conjuros sean denominados como Sprüche, de la misma raíz que sprechen y Sprache, lo cual hace hincapié más en el valor mágico de la palabra en sí que en el canto.»

Como bien se ha dicho, estos textos son en realidad para ser recitados o canturreados, es decir, forman parte de la “magia hablada”. López Jimeno y Manuel Marino también aclaran que ambos hechizos son ‘zweigliedrige‘, es decir, constan de dos partes bien diferenciadas: una primera narrativa y una segunda que es la orden o intención mágica propiamente dicha. El prestigioso medievalista alemán Wolfgang Haubrichs explica lo siguiente:

«Debido a la gran constancia del tipo de texto ‘mágico’, tiene sentido orientar su tipología a funciones y formas. Las funciones pueden ser, por ejemplo: protección y defensa, destierro (como la ‘bendición de la abeja Lorsch’) y solución (como el primer ‘encantamiento de Merseburg’), curación de enfermedades y dolencias (como el ‘segundo encantamiento de Merseburg’), exorcismos, maldiciones, hechizos de daño, hechizos meteorológicos, hechizos de amor, encantamientos y bendiciones de armas, bendiciones de viajes, etc.
» Según la forma, se diferencian por su estructura, que a la vez también implica tipos de efectos. Los hechizos con una sola parte son básicamente órdenes o solicitudes a la fuerza poderosa (como demonios de enfermedades, gusanos de enfermedades, ángeles, santos, etc.), como «gang uz Nesso» («sal, Nesso [es decir, gusano]»), con la fuerza invocada directamente. En los textos con dos partes se narra un acto modelo en el que la magia ya se ha realizado con éxito. Ahora se supone que el efecto se repetirá de forma análoga (por ejemplo, en el ‘Segundo encantamiento de Merseburg’, siglo X). La fórmula, el comando mágico en sí, se puede repetir combinando los elementos o con más detalles, para aumentar la efectividad».

Art. Magic, en: Reallexikon der deutschen Literaturwissenschaft 3 (2007), págs. 874-877.
La escritura en verso de los encantamientos es de un tipo transicional; no solo muestra aliteración (reiteración o repetición de sonidos), sino también rimas finales desarrolladas en el verso cristiano del siglo IX. Es importante el uso de la anáfora, es decir, la repetición de una o varias palabras al principio de un verso. La métrica parece ser fundamental en la composición de estos ensalmos, como podemos ver también en los galdrar, hechizos y conjuros nórdicos que usaban una forma métrica específica de la poesía escáldica, llamada galdralag.

El primer encantamiento


Según López Jimeno y Manuel Marino, «el primero de los Merseburger Zauberspruche presenta una estructura numérica que combina clarísimamente el dos y el tres». Además de contar con una parte narrativa que ofrece un referente del acto mágico que se quiere realizar y otra que contiene la orden mágica como tal (en este caso solamente el último verso), «También sintácticamente combina elementos bimembres y trimembres. Así, el primer verso consta de dos frases con repetición del verbo sazun también dos veces; en la segunda, aparecen dos adverbios de lugar: hera y duoder. Los dos versos siguientes describen, en tres frases, las actividades de los tres grupos de idisi en estructura claramente anafórica: encabezadas por la palabra suma. Finalmente, el último verso repite la estructuración bimembre, con dos oraciones divididas en dos hemistiquios o Kurzzeilen semánticamente iguales».

Para estos autores la presencia de estos “números” en la estructura de ambos conjuros no constituye un hecho aislado. Según ellos el significado esotérico del dos y el tres se puede aplicar también en este caso y se apoyan en el Diccionario de símbolos de Juan Eduardo Cirlot que dice: «…todo el esoterirmo considera este número nefasto (refiriéndose al 2); significa así mismo la sombra y sexuación de todo o el dualismo (Géminis)». Mientras que el 3, por el contrario, supone «la resolución del conflicto planteado por el dualismo».

López Jimeno y Manuel Marino exponen que el primer conjuro de Merseburgo «ha sido interpretado fundamentalmente desde dos puntos de vista. El primero de ellos, defendido por A. Schirokauer, ve en el texto un conjuro médico para curar la parálisis de un miembro, y apenas goza de credibilidad, aunque es bien conocida la existencia de encantamientos para curar todo tipo de enfermedades, incluso conjuros similares a las maldiciones, dirigidos contra la propia enfermedad (las Ligaturen, en alemán; ligaturae latinas).»

«La segunda teoría …, más generalizada, defiende la aparentemente ostensible opinión de que se trata de un conjuro liberatorio para prisioneros de guerra. Los llamados Lösesegen constituían un género per se, lo que demuestra su abundancia.»


Los Lösesegen a los que se refieren son conjuros de liberación, que pueden ser a los que hace referencia el propio Odín en Hávamál, uno de los poemas de la Edda poética.

149 El cuarto sé, si preso me ponen
y atados los miembros tengo:
yo canto el conjuro y me puedo escapar;
libres los pies se me quedan,
sueltos los brazos
Jacob Grimm advirtió sobre la semejanza entre el primer conjuro de Merseburgo y cierta anécdota recogida por Beda el Venerable en su Historia ecclesiastica gentis Anglorum, completada en 731. La historia cuenta que un soldado llamado Imma fue hecho prisionero haciéndose pasar por campesino y sólo por eso el rey enemigo lo mantuvo con vida:

«…Él lo acogió y cuidó de sus heridas y, cuando empezó a sanar, ordenó que de noche le pusieran cadenas para que no escapara. Sin embargo, no se le pudo encadenar, pues, tan pronto como los que le habían puesto las cadenas se marcharon, las cadenas se soltaron.
» Y es que tenía un hermano, que se llamaba Tunna, presbítero y abad de un monasterio en la ciudad que por él todavía hoy se llama Tunnacaestir. Cuando éste oyó que había sucumbido en la lucha, fue a ver si podía encontrar su cuerpo y, tras encontrar el de otro que se le parecía mucho en todo, creyó que era él y, llevándolo a su monasterio, lo enterró con todos los honores y cuidó de decir repetidas misas por la salvación de su alma. Durante la celebración de las mismas ocurrió lo que ya dije de que nadie pudo encadenarlo sin que al instante se viera libre. Entre tanto, el conde que lo tenía preso empezó a asombrarse y a preguntarle por qué no podían sujetarlo; si acaso tenía consigo ensalmos de liberación, como los que cuentan las leyendas, por los cuales no era posible sujetarlo. Mas él le respondió que nada sabía de tales artes; «sin embargo –dijo– tengo un hermano presbítero en mi tierra y sé que él, creyéndome muerto, dice por mí constantes misas y, si ahora estuviera en la otra vida, allí mi alma se libraría de castigos por su intercesión».»

Por otro lado, existe gran polémica en cuanto a la traducción, sobre todo de la palabra “Idisi”. Otra traducción muy divulgada, que ha pasado de la Wikipedia en alemán (con citas oficiales) a la Wikipedia en inglés y de esta al español, es la siguiente:

Érase una vez, las "Idisi" (mujeres) se sentaban
se sentaban [...](?).
Algunas pusieron ataduras,
otras obstruyeron al ejército,
otras tiraron
de las ataduras firmes:
¡Sal de las ataduras,
escapa del enemigo!
Algunos eruditos han asociado el Idisi germánico con el dísir de los nórdicos. En la mitología nórdica, dís (“dama”, plural dísir) es un fantasma, espíritu o deidad asociada con el destino que puede ser benevolente o antagónica con los mortales. Las dísir pueden actuar como espíritus protectores de los clanes nórdicos, pero como matronas, su función original fue posiblemente la de diosas de la fertilidad, y su veneración puede derivar del culto a los espíritus de los muertos. Como las valquirias, nornas y vættir, con quienes a veces se confunden, las dísir casi siempre se denominan colectivamente. El problema es que sí hay muchas fuentes que atestiguan el uso de dís como ser o entidad sobre natural, pero no ocurre lo mismo con el Idisi germano, que se traduce en sentido estricto como “dama” o “mujer”, generalmente noble.

Un ejemplo típico del papel que las dísir jugaban en la tradición nórdica lo tenemos en Krákúmal, o «la canción de muerte de Ragnar Lodbrok», un poema escáldico del siglo XII basado en un monólogo del propio Ragnar Lodbrok en sus últimos momentos de vida.

«Fýsumk hins at hætta. Heim bjóða mér dísir, þærs frá Herjans höllu hefr Óðinn mér sendar. Glaðr skalk öl með ósum í öndvegi drekka. Lífs eru liðnar vánir, læjandi skalk deyja!»
«Es de alegría que muero. Las diosas del destino han venido a buscarme. Odín las ha enviado desde la morada de los dioses. Seré recibido con alegría en el asiento más alto; beberé copas llenas entre los dioses. Las horas de mi vida han pasado. Yo muero riendo.»

El segundo encantamiento


López Jimeno y Manuel Marino nos dicen: «En cuanto al segundo conjuro, la crítica se ha centrado sobre todo en la identificación de los nombres propios. De los siete que aparecen, dos de ellos lo hacen sólo en este texto, Phol y Sinthgunt, de ahí que no se sepa nada de estos personajes. Sobre el primero hay muy diversas interpretaciones, desde correcciones de la lectura hasta su identificación con el Paul(us) cristiano. A. Schirokauer plantea la posibilidad de que se trate, no de personajes diferentes, sino de diversas acepciones o representaciones de la misma divinidad. Así, el Balder del segundo verso representaría la forma humana del dios, Baldersvolo (lectura enmendada de balderes uolon) sería el nombre del dios en su forma animal o totémica, y Phol supondría la combinación de ambas.»

Estos mismos autores señalan que «el hecho de invocar a las divinidades bajo diferentes nombres se debe al principio de la seguridad: en la mentalidad mágica y religiosa, si la fórmula no se expresa con total exactitud, el conjuro carece de efectividad, de la misma manera que el dios no escuchará la plegaria si no es invocado correctamente con el nombre adecuado». Es decir, se lo nombra por varios de sus títulos o advocaciones para tener total seguridad de que el mensaje fue escuchado por quien debía.

Con el nombre de Sinthgunt ocurriría algo semejante, se sostiene que es una hipóstasis de Sunna (Sol), de la misma manera que Uolla (Fulla), en el verso siguiente, lo es de Fríia (Frigg); en tal caso, se trataría no de cuatro personajes, sino de dos a los que se aplica un apelativo, según la atestiguada costumbre de otorgar varios nombres a la misma deidad. No obstante, algunos la siguen considerando un personaje único y la identifican con Mani (la Luna) o con una Idisi (valquiria).

Las dos interpretaciones más generales del conjuro son:

  1. Dos (o cuatro) diosas tratan en vano, pero es Wodan quien tiene éxito curando al caballo con magia.
  2. Sinthgunt y Volla, (o Sinthgunt con Sunna y Volla con Frigg) más Wodan, por separado, no logran hacer la magia, pero cuando lo intentan todos juntos, acumulando sus fuerzas, tienen éxito.
La primera interpretación está avalada por la propia atribución de Odín como dios de la magia. Por tanto, es coherente que sólo él consiga curar al caballo. De acuerdo con la segunda teoría, por el contrario, la fuerza mágica de todos se acumula y entra en juego el componente numérico del que hablan López Jimeno y Manuel Marino, con el tres u otro número impar solucionando el problema.

En cuanto a su contenido, este encantamiento clasifica como un Pferdesegen, “Bendición del caballo”, un tipo muy común en todo el mundo indoeuropeo. En particular los germanos, se sabe que tenían a sus caballos en gran estima. El historiador Tácito lo recoge así en su Germania:

«Mas es particular de esta nación observar las señales de adivinanza, que para resolverse sacan de los caballos de esta manera. Estos se sustentan del público en las mismas selvas y bosques sagrados, todos blancos y que no han servido en ninguna obra humana, y cuando llevan el carro sagrado los acompañan el sacerdote y el rey o príncipe de la ciudad, y consideran atentamente sus relinchos y bufidos. Y a ningún agüero dan tanto crédito como a éste, no solamente el pueblo, pero también los nobles y grandes, y los sacerdotes; los cuales se tienen a sí por ministros de los dioses, y a los caballos por sabedores de la voluntad de ellos.»
Otros conjuros de la propia tradición germana parecen guardar semejanzas con el segundo encantamiento de Merseburgo. Jacob Grimm en su Mitología alemana de 1835, insiste en que el Contra Vermes, un famoso wurmsegen (“conjuro de gusano”), también está relacionado con caballos cojos. Estos conjuros de gusanos se basaban en la idea de que las distintas dolencias eran causadas por ciertos gusanos, el equivalente de la época de los virus.

Contra los gusanos (Contra Vermes, el título está en latín)

Sal, gusano, con tus nueve gusanos,
Sal de la médula a los huesos,
De los huesos a la carne,
De la carne a la piel,
De la piel en este dardo.
¡Señor, que así sea!
En su libro, Grimm recoge otros ejemplos que considera sobrevivientes de la misma tradición que los conjuros de Merseburgo. En Suecia encontró uno que invocaba a Odin para sanar un caballo con moquillo y otro que invocaba a Frygg para curar ovejas. En Noruega registró la siguiente variación cristianizada y señaló la relación Balder-Cristo pues, en idioma nórdico, Jesús recibía el epíteto de hvíta Kristr “Cristo blanco” y Balder también era conocido como el ‘Æsir (dios) blanco’.

Jesús cabalgó hacia el páramo,
Allí rompió la pata de su potrillo en dos.
Jesús desmontó y lo curó;
Puso tuétano con tuétano,
Hueso con hueso, carne con carne;
Jesús puso una hoja sobre la herida,
y todo se quedó en el mismo lugar.
Un gran número de variaciones de este conjuro aparecen en los ‘libros negros’ o Ciprianos, compilaciones de magia popular atribuidas a un tal Cipriano y rodeada de leyendas y supersticiones. Otros ejemplos de conjuros parecidos, para caballos y personas, se extienden hasta Dinamarca, Escocia y hasta la antigua India. Se ha sugerido varias veces que la fórmula curativa del segundo encantamiento de Merseburgo puede tener profundas raíces indoeuropeas, basándose en el paralelismo que posee con un ejemplo de la literatura védica del segundo milenio a. C., encontrado en el Atharvaveda. Nótese el uso de la planta trepadora rohani o arundhati que tiene propiedades curativas y se utiliza en circunstancias diversas con este fin.

Himno IV, 12. Encanto con la planta arundhatî (lâkshâ) para la cura de fracturas.

1. ¡Rohan! eres tú, sanador (rohanî), sanador de huesos rotos (rohanî): haz que esto de aquí sane (rohaya), ¡oh arundhatî!
2. Ese hueso tuyo que, herido y reventado, existe en tu persona, ¡Dhâtar amablemente lo unirá de nuevo, articulación con articulación!
3. El tuétano se unirá con el tuétano, y la articulación con la articulación; la parte de tu carne que se ha caído, y tus huesos volverán a crecer juntos.
4. El tuétano se unirá con tuétano, la piel crecerá junto a la piel. Tu sangre, tus huesos crecerán, tu carne crecerá junto con la carne.
5. Crecerá junto cabello con cabello y crecerá junta piel con piel. Tu sangre, tu hueso crecerá: lo que fue cortado tú lo unirás, oh planta.
En bracteatos de la era de la migración, durante y después de la caída del Imperio Romano de Occidente (desde alrededor del 450 d.C. hasta mediados del siglo VI), se pueden encontrar imágenes con el tema de la curación divina del caballo. Los ejemplos incluyen los hallazgos de Alemania en Sievern y de Obermöllern, cerca de Merseburgo. Según una investigación de Karl Hauck, estas representaciones iconográficas muestran, siglos antes de la versión escrita, a Wodan curando un caballo, cuyas extremidades muestran daños claramente. Muchos de estos bracteatos eran medallas hechas generalmente de oro de monedas romanas que los germanos solían llevar como adornos y/o amuletos, bien representaban al equino cojo, bien con una cabeza humana (en realidad de Wodan) sobre la grupa, a veces adornada con otros elementos como pájaros, esvásticas, runas, cruces, etc.

Los conjuros o encantamientos de Merseburgo se hicieron famosos en tiempos modernos gracias a los hermanos Grimm, que los publicaron en 1842.

El manuscrito original estuvo en exhibición hasta noviembre de 2004 como parte de la muestra «Entre la Catedral y el mundo: 1000 años del capítulo de Merseburg», en la catedral de Merseburgo.

Además, los encantamientos han sido musicalizados por varias bandas de metal y folk como Ougenweide (1974), In Extremo (1999), y más recientemente Heilung en la canción Hamrer Hippyer.

Los conjuros, en tanto magia hablada, forman parte de una tradición universal y son casi tan antiguos como el pensamiento del hombre, más bien una de sus primeras consecuencias. Buscar paralelismos entre ellos es divertido y hasta cierto punto útil para comprender la historia de los pueblos, pero, a la larga, se corre el riesgo de especular demasiado. A fin de cuentas, en todas partes alguien puede caer preso o romperse una pierna, y siempre se soñará con desaparecer el problema mágicamente y esos sueños, necesariamente tendrán que ser parecidos.

Extraído de la revista cubana "El Ciervo Blanco"
 
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