El 9 de noviembre de 1938, los servicios de inteligencia alemanes fomentaron que turbas violentas asaltaran las propiedades de los judíos en toda Alemania.
El 9 de noviembre de 1938, los servicios de inteligencia alemanes fomentaron que turbas violentas asaltaran las propiedades de los judíos en toda Alemania. El alemán de a pie miró el suceso con aprensión, y casi ningún transeúnte se dejó tentar por las mercancías esparcidas por el suelo. Muchos judíos vieron entonces la necesidad de emigrar, pero la mayoría llegó tarde. El camino hacia la aniquilación de los judíos de Europa estaba ya pavimentado.
La Noche de los Cristales Rotos, como se denominó aquel fatídico suceso, dejó un tremendo rastro de destrucción.
El 9 de noviembre de 1938, los servicios de inteligencia alemanes fomentaron que turbas violentas asaltaran las propiedades de los judíos en toda Alemania. El alemán de a pie miró el suceso con aprensión, y casi ningún transeúnte se dejó tentar por las mercancías esparcidas por el suelo. Muchos judíos vieron entonces la necesidad de emigrar, pero la mayoría llegó tarde. El camino hacia la aniquilación de los judíos de Europa estaba ya pavimentado.
La Noche de los Cristales Rotos, como se denominó aquel fatídico suceso, dejó un tremendo rastro de destrucción.
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