Lo que siente mi Diario (Capítulo 1)

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Lucas 25 de marzo del 202X

Sé que es triste escribir un diario ya con 26 años, pero esta es la única forma que tengo para mantenerme enfocado.
Mí día comenzó abriendo la puerta de mi casa realmente deprisa, aún estaba organizándome la corbata por lo cual no me fijé en la bicicleta que había dejado la hija del vecino en el suelo, así que tropecé con esta y de una manera algo brusca bajé la escalera de mi piso, pero aún así no me pasó nada grave, no tengo idea de porque las escaleras en las novelas son tan terroríficas.
Me recompuse con un salto y antes de continuar mi camino, tomé una sombrilla que había en el suelo ya que hoy avisaron que habría mucho Sol y quizás después lloviera, faltaban aún dos pisos así que apresuré el paso mirando siempre de reojo el reloj de mi muñeca que marcaba las 9 de la mañana, llegué por fin a la entrada del edificio y cuándo me disponía a salir por la puerta...

-Muchacho un momento por favor- me detuvo una voz entre femenina y masculina, algo extraña pero totalmente inolvidable, era la señora Lucía.

La señora Lucía, es la típica señora de 60 años, gordita, pequeña y chismosa que tienen todos los barrios del mundo, todos los días de una forma increíble me detiene antes de salir del edificio para preguntarme a donde voy o para contarme los chismes que estén de moda en ese momento, pese a todo me cae bien pues simplemente es otro ser humano que la vida ha tratado mal con el paso del tiempo.

-Hola señora Lucía, voy a trabajar y ya sé que la chica del segundo se va a casar con un millonario (la muy condenada me lo estuvo echando en cara todo el bendito día de ayer), así que tenga buen día, adiós- Intenté seguir mi camino, fallidamente, por supuesto...

-Espera Lucas- ese soy yo - no es nada de eso de lo que te voy a hablar, de todas formas sabes que a mi no me gustan los chismes, solo te quería pedir que vinieras hoy a mi casa a comer, sé que vives solo y al menos aquí vas a poder conversar con unos familiares míos que se van a pasar la noche, quizás si hasta tienes suerte puede que halla alguna chica de tu edad- esto último lo dijo con un tono de lástima que me hizo sentir realmente mal.

-Gracias señora Lucía, no le prometo nada pero haré un esfuerzo, me despido- salí apresuradamente y sin mirar atrás para no tentar al destino.
Al salir del edificio me encontré con un calle abarrotada de personas, todas de seguro tenían una historia que contar, todas se veían tristes a mis ojos, también era que yo estaba mal, salí de mi bucle de pensamientos tristes y me dirigí hacia la oficina.
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Verónica 25 de marzo del 202X

Querido diario, como sabrás estoy realmente feliz, hace unos meses conocí al gran amor de mi vida, más bien al de mi mamá, ya que más que por su físico me gusta por su dinero y mi mamá siempre me enseñó que eso era lo que valía en la vida, porque el amor está sobrevalorado ¿no?, bueno, da igual, la cuestión es que me llevó a comer a un restaurante realmente guay, la mesa tenía cubiertos que no sabía ni que existían y la comida era realmente poca, era un plato enorme y solo tenía hierbas en el, pero eso es lo que come la gente fina.
El día de hoy comenzó de una manera muy graciosa, cuando me disponía a ir a la peluquería, vi como Lucas tropezaba con una bici y caía como un saco de papas por todas las escaleras del tercer piso, parecía escena de telenovela venezolana jajajajaja, rápidamente me escondí tras la puerta pues no estoy en muy buenos términos con él pues ayer le estaba hablando de mi compromiso como por cinco minutos y se molestó, seguro el pobre está muy enamorado de mí, pobre, en verdad no es feo y es bastante agradable aveces, pero simplemente le falta algo muy importante en el mundo, dinero.

Después de ese cómico incidente fui por fin a la peluquería, quería hacerme un corte nuevo para estrenar en mi cita de la noche. Al llegar el salón estaba lleno de mujeres, todas me miraban con desdén pues sus ya envejecidos cuerpos no se podían comparar al mío y entiendo su dolor, mido 1.75, mi piel es una piel tersa y de un color ni muy blanco, ni muy bronceado, combinación de un padre negro y una madre rubia. También saqué las mejores cualidades de las dos razas, tengo un cuerpo con bastante curvas y un pelo rizo de color oscuro que combina con mis ojos cafés, gracias a todas estas características siempre he sido la maldición de hombres y mujeres.
Esquivando todas sus miradas asesinas me senté con aires de grandeza pues ya había reservado un turno con anterioridad, mi misión allí era simple, quería lasiar mi pelo para darle un toque diferente a la noche y así sorprender a Marcos, mi prometido.

-Señora Lucía, nesecito que mi pelo quede súper lasio, debo estar deslumbrante para hoy, osea, más deslumbrante- dije esta última parte más alto para que todas en la sala me escucharan.

-Por supuesto señorita Laura, su pelo quedará realmente precioso- me dijo la señora Lucía con una gran sonrisa en su rostro, suelo hacer que las personas sonrían con mi sola presencia, es un don que tengo.

Hay que admitir la destreza que tiene Lucía tanto en la lengua como en las manos, pues en sólo par de horas había terminado un trabajo de gran excelencia, aproveché que estaba allí para de paso arreglarme las uñas y ponerles un poco más de color, pagué y me volví a la casa, era mediodía ya.
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Lucas 25 de marzo del 20XX

A pesar del tránsito y de que el bus se había atrasado llegué al trabajo, intenté entrar a mi cubículo sin ser notado, aunque en parte quería que ella me hubiera visto, me senté en mi silla idéntica a las demás, tomé unos papeles llenos de letras monótonas y aburridas (mi amor por la lectura se había marchitado por culpa de ellos) y comencé a realizar un trabajo que no era el de mis sueños pero gracias a él podía al menos tener un techo y una cama para quizás un día volver a tenerlos.

Mi trabajo consistía en venderle cosas a personas que no lo necesitaban, con la simple escusa de que "usted se lo merece", a las personas les encanta merecerse cosas y yo me aprovechaba de eso, coloreaba mis palabras con elogios y comentarios de admiración hacia esa persona totalmente desconocida y al final le vendía un artículo totalmente ridículo e innecesario que de seguro acaba luego abandonado por algún rincón. Debo comentar que aunque no me gustara mi trabajo tenía un don para hacerlo, por lo cual me había ganado cierta fama en la oficina y me habían recomendado varias veces para un ascenso, el cuál no acepté por varias razones, una en particular llevaba una falda y quizás, ese fuera el mayor de mis problemas.

El resto de la mañana trascurrió bastante tranquilo, vendí unos celulares viejos y convencí a una señora de que su actual refrigerador no era el adecuado para ella y que "merecía" algo mejor, en fin, le terminé vendiendo un refri de uso de uno de nuestros almacenes que de seguro se le iba a romper a los tres días de uso.
Estaba colgando el teléfono cuando de repente chocan con mi campo de visión, unas medias color oscuro que adornaban unas piernas largas pero no por ello finas, era un combinación realmente hermosa que solo podía pertenecer a una persona, la falda, digo, Jessica.

Jessica en cuestión era la fuente de mis problemas y también lo único que le daba color a esa aburrida oficina, tenía tan solo 25 años y ya era la jefa de ventas de la empresa, empezó como una simple vendedora y en tan solo 4 años escaló hasta su posición, la mayoría dice que usó sus atributos de mujer para ayudarse también, cosa que podría haber hecho pues es una mujer realmente hermosa, mide 1.70, tiene un cuerpo voluptuoso para ser más bien una persona delgada y un tes blanca con algunas pecas sobre la nariz que hacen vibrar aún más sus ojos azúl fuerte resaltando todo al compás con su cabello color rojo, el cual llevaba hoy recogido en una cola de caballo que llegaba hasta sus nalgas.
Por mi parte yo no creo que haya logrado todo eso solo con apariencia, además de que era una persona con un carácter fuerte era también amable y su voz era capaz de convencer al mismísimo Diablo de comprar hielo para el infierno, cualidades indispensables para este trabajo.

-Buenas tardes Lucas, ¿no piensas almorzar hoy?- luego de que ella me dijera eso revisé nuevamente mi reloj para darme cuenta de que eran exactamente las 9 de la mañana, estaba detenido el muy estúpido, razón por la cual no había sonado hoy en la mañana y había llegado tarde al trabajo.

Parece que mi reloj se ha roto señorita Jessica, realmente no sé que hora es, pero viendo que soy el único en la oficina y que usted dice eso, deduzco que es la hora de almorzar ¿no?, estaba a punto de decir eso cuando ella me abordó.

-Siempre estás dando lo mejor de ti Lucas, eres realmente asombroso, aún en la tan esperada ahora de almuerzo estás trabajando, vamos, te invito a comer algo- me quedé anonadado, allí estaba yo, un trabajador promedio siendo invitado a comer por la Diosa de la empresa, además de que me había elogiado también.

-Será un placer, déjeme apagar la computadora- esa fue una burda escusa para dar un rápido respaso a mi cartera para ver como estaba económicamente, ya que por supuesto no iba a dejar que ella pagara, luego de comprobar mi situación financiera, nos dirigimos hacia el comedor.

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Verónica 25 de marzo del 202X

Era mediodía y realmente el Sol se disponía hacerse notar ese día, me había demorado mucho más allí pues la señora Lucía me puso al tanto de todos los chismes del barrio, la peluquería realmente no quedaba muy lejos del edificio pero no había casi ninguna sombra por todo el bendito camino.
Comencé a caminar bajo ese sofocante Sol, hasta que de pronto sentí un alivio enorme sobre mi, como el que sientes cuando una nube bloquea el Sol y llega una sombra inesperada, pero mi nube era una sombrilla, me llamó la atención su color rosa y su estampado de unicornios totalmente ridículo, miré al lado para ver quién era.

-Hola Lucas- le brindé una sonrisa, era realmente sincera, me había salvado de tener que caminar por ese infierno.

-Hola Vero, no eras la que nunca cogía Sol porque era dañino para piel.

-Me lo dice él que robó su sombrilla a una niña de tres años en un parque de diversiones- eso último que dije lo hizo sonreír un poco, no soy la mejor analizando a las personas pero esa sonrisa realmente estaba jodida.

-Oye no te quejes, gracias a la sombrilla de la niña del primero estamos a salvo de morir deshidratados, me la llevé pues estaba en el suelo, además de que con la caída que tuve por su bici, es con lo menos que me puede pagar, gracias a Dios que nadie me vió, parecía eso telenovela venezolana- reprimí una carcajada pues no quería que supiera que no estaba tan solo como pensaba.

-Realmente no me quejo pero ¿no deberías estar trabajando ahora, o tú amada Jéssica te despidió por fin?- de pronto el Sol me daño los ojos y el calor me envolvió el cuerpo.

-Parece que sigues siendo toda una perra, Laura, mejor sigue cogiendo Sol para ver si quemas un poco de calorías, estás gorda- de pronto estaba tan furiosa que el Sol me importó un bledo.

-Gorda tú madre hijo de puta- le grité mientras él cruzaba la carretera, me dieron ganas de perseguirlo y arrancarle los ojos, pero ya yo soy una señorita con clase así que no me iba a rebajar a ese nivel.

-Al meno yo tengo una y me quiere, adiós Laura- eso realmente me dolió, no sé porque aún me daña que esa mujer no esté, más bien que me lo recuerden, realmente no hay mucha diferencia ahora, nunca estuvo presente ni cuando estaba viva.

Estaba tan furiosa que llegué al edificio y no me enteré ni del Sol, subí la escaleras y antes de entrar a mi casa, me vino una maravillosa idea a la mente con la forma de una palabra, VENGANZA, subí una escalera más y estaba frente a la puerta del señor Mario, era un desórden total ese piso, estaba lleno de juguetes y envoltorios de dulces, el señor Mario era un viudo que se había quedado solo con una niña de 4 años, su esposa había muerto hace un año, recuerdo que todos fuimos al entierro y gracias a eso conocí a Tom, mi prometido, pues Mario es su chofer, por eso él me trata como una patrona y me ayuda siempre que lo necesito.

-¿Señor Mario?- toqué su puerta, parece que aún no se le acaban las vacaciones que me hizo pedirle de favor a Tom.

Luego de unos minutos abrió la puerta. Mario no es una persona vieja, tiene apenas creo que 40 años, pero sus arrugas y sus ojeras lo hacen ver como de 60, se ha encorvado un poco y la tristeza se puede notar en su voz.

-Hola señorita Laura, ¿cómo está, necesita algo?- mientras me decía eso tenía a la niña cargada en brazos y parecía llorar.

-Buenas señor Mario, estoy bien gracias, ¿como está usted y la nena?

-Bien gracias, bueno, la niña se ha pasado todo la mañana llorando porque no encuentra la sombrilla que su mamá le regaló, es su juguete preferido, es verdad que quizás estuviera regada o afuera de la casa ¿pero quien se llevaría una sombrilla rosa y con unicornios?

-Bueno señor Mario- un sentimiento de satisfacción recorrió todo mi cuerpo y se dibujó una pequeña sonrisa en mi rostro, que espero que no la haya notado- no es por calumniar pero lo llamé exactamente porque ahora acabo de ver a el chico de su piso con esa sombrilla y sé lo mucho que significa para usted y su familia, no tengo idea de porque la habrá tomado, pero cuando fui a quitársela, me dijo muchas groserías y se marchó, disculpe- vi como una chsipa se encendió en sus ojos y dió un golpe fuerte a la puerta con la mano que le quedaba libre, me asusté de ver a alguien tan tranquilo actuar así.

-No puedo creerlo señorita, robarle a una niña y gritarle a usted por querer devolverle su juguete, además de que esa sombrilla es un recuerdo de mi esposa, un chico que parecía tan tranquilo- dió otro golpe fuerte en la puerta, salté del susto- cuando lo vea voy a ver si es tan valiente de gritarme a mí, ese Lucas va a saber lo que es bueno, muchas gracias por avisarme, si me disculpa necesito terminar el almuerzo, hasta luego señorita Laura.

-Hasta luego señ...- no había terminado la frase y cuando cerró la puerta de un portazo.

Regresé a mi casa totalmente realizada y feliz, me hice algo rápido para almorzar, me bañé y me acosté un rato, cuando desperté ya eran las 6 de la tarde, había dormido como 4 horas algo que no hago nunca, pero parece que la venganza me hace dormir mucho mejor, debería ir a un sicólogo por eso jajajaja, me levanté y me dí un baño de espumas pues me lo "merecía" y luego empezó la odisea de prepararme para mi cena.
Recuerdo que cuando comencé a prepararme eran a penas las 6:45, maquillaje, esto no, esto si, mejor no, este si, tal vez más corto, quizás más formal, en cuestión, cuando terminé eran las 8 de la noche y tenía que estar a las 8:30 afuera del edificio para que Tom me pasara a recoger.
Ya toda arreglada y perfumada abrí la puerta de mi casa, cuando de repente una persona cayó estrepitosamente por las escaleras hasta mis pies.

-¿No crees que estás cogiendo una muy mala costumbre? Lucas- el pobre se le notaba el alcohol por encima de la ropa.

Se levantó del suelo como pudo y se puso en frente mío, sentí una sensación realmente desconocida que me recorrió el cuerpo, este no era el Lucas estúpido y bobo que conocía, frente a mí estaba él con una mirada realmente molesta, me asusté mucho, me dí cuenta también de que tenía un golpe en el ojo, así que tuve miedo de que yo fuera ahora la persona con la que se desquitara, no quería pasar otra vez por eso.
Intenté empujarlo pero me tomó del cabello con fuerza e iba a gritar pero justo en ese momento, me besó.

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Lucas 25 de marzo del 202X

Luego de algunas conversaciones banales por los pasillos, Jessica y yo llegamos al pequeño restaurante que tiene el edificio de la empresa en el primer piso.
Podía sentir las miradas de odio de mis compañeros perforandome la piel, pues allí estaba yo, Lucas, un simple vendedor, ayudando a sentar a la Diosa del departamento de ventas.
Por lo general cuando uno va a ese restaurante, la atención es pésima, ya que como muy pocos trabajadores dan propinas, pues ven eso más como un comedor, los meseros realmente no se preocupan por la atención de los clientes.
Esta tarde sucedió todo lo contrario, por supuesto, por falta de un mesero nos atendieron dos y no nos brindaron hasta sus almas por falta de tiempo.
Pedí un café para esperar el almuerzo y mientras ella terminaba de ordenar yo ya estaba preparando en mi mente la conversación que deberíamos tener, iba a empezar con una adulación ligera sobre su aspecto, tal vez elogiar su nuevo peinado o decirle lo bien que se veía con sus nuevas uñas postizas y luego conversar sobre la familia o algún otro tema vanal, terminada la planificación física, me dispuse a romper el hielo, pero cuando abrí la boca para hablar.

-¡Jessica!- esto lo había dicho un hombre que de pronto estuvo parado frente a nuestra mesa.
Pensé que era solo un amigo hasta que la lengua de Jessica estuvo en la garganta de el supuesto amigo, realmente no me esperaba eso, sentí como si miles de agujas se me clavaran en el pecho, no se conformaron con un simple beso y estuvieron allí como por 30 segundos, también puede ser que para mí esa tortura durara mucho más.
Jessica con un movimiento se desprendió de él y me miró avergonzada.

-Disculpa Lucas, este es mi novio, Tomas.
Tomas era un chico de apariencia joven, muy bien parecido, piel trigueña, medía más o menos 1.85 metros, cuerpo atlético así que también era imponente, pero más imponente era su traje Armani negro y su reloj Verssace dorado que hacía juego con su cabello de color rubio y sus ojos grises, él es el típico hombre que alguien como yo odia inmediatamente por la gran brecha que hay entre nos.

-Un placer, mi nombre es Lucas- me puse de pie y le estreché la mano con la sonrisa más hipócrita que tenía en mi inventario, el ni siquiera lo intentó, no le agradé al parecer, pero el sentimiento era mutuo.

-Lucas es el mejor trabajador del departamento de ventas, incluso ya lo han recomendado para un ascenso pero no lo ha aceptado, por lo que lo invité a almorzar para convencerlo de aceptar- Al precer Jessica estaba dándole como una justificación de porque estaba allí conmigo.

-Me alegro de escuchar eso, mi empresa necesita de buenos trabajadores jóvenes como él, espero que recapacites y tome el ascenso Lucas, ¿O tienes algún motivo para quedarte en este departamento?

Pensé por dentro de mí, "¿mi empresa?", joder, este tío es Tomas, el hijo del dueño de la empresa, además, también es el novio de Jessica, recuerdo que hace un tiempo cuando Jessica empezó a ascender en la empresa, se esparció un rumor de que se le veía entrar mucho en la casa del dueño de la compañía, por eso creyeron que tenía un romance con él y gracias a eso su rápido ascenso, pero ahora veo que los rumores no eran del todo mentira.

-Gracias por su confianza señor Tomas, pero prefiero quedarme en el departamento de ventas como contrato, ya que no es mi idea quedarme para siempre en la empresa, además de que disfruto mucho de trabajar al lado de la señorita Jessica- dije esto sin pensar, pero pude ver como Jessica se ruborizó por una milésima de segundo, tal vez también sea mi imaginación.

-Muchas gracias, yo también disfruto mucho de trabajar contigo Lucas, cambiando de tema, ¿no ves algo diferente en mi Tomas?- en ese momento pude ver el terror en los ojos del príncipe, todos sabemos que cuando una mujer hace esa pregunta espera una respuesta correcta y que si uno se equivoca eso podrá ser un arma para que ellas la usen más adelante.

-Bue..e..no, tu cabello te lo recogiste hoy, ¿no?- Un error muy grave, había adivinado lo de su cabello pero al final terminó la frase con un "¿no?", el cual las mujeres interpretan como un, "realmente no me impresiona".

-Si Tomas, me recogí el cabello- esto lo dijo en un tono triste mientras bajaba la cabeza y pasaba sus dedos por los bordes de la taza.
El ambiente se había picado y yo me sentía realmente incómodo y traicionado, había fingido bastante bien y solo quería desaparecer de allí, al rato llegó el mesero con nuestros almuerzos, Tomas nos acompañó y luego de terminar, el señorito me dijo que por mi buen trabajo me podía tomar el día de hoy, así que me levanté de la mesa para ir a la oficina a buscar mis cosas, pero antes de irme miré a Jessica y le dije.

-Tus uñas quedaron muy hermosas Jessica, realmente ese azúl hace juego con tus ojos, gracias por el almuerzo- ella abrió los ojos y no pudo contener una sonrisa, les dí espalda y lo único que me faltó para sentirme completo, fueron algunas explosiones detrás de mi como en las películas.

Estuve como por cinco minutos esperando el bus, luego de que llegara, me di cuenta de que la sombrilla que había tomado esta mañana era rosa y con estampados de unicornios y eso me sacó un sonrisa, realmente no tenía ganas de reírme, mientras que estaba en la empresa me hice él fuerte, pero ahora viendome en un bus totalmente vacío y con la sombrilla de una niña, además de...Jessica, me sentí realmente enfermo.

Al llegar al barrio abrí la sombrilla pues el Sol estaba que quemaba la piel, fueron muchas las personas que se rieron de mi, pero al menos yo tenía sombra.
Estuve caminando como por 5 minutos hasta que vi a lo lejos un trasero bastante conocido, me acerqué rápidamente pues no tenía ganas de estar solo.

-Hola Lucas- allí estaba Vero con su hermosa sonrisa, si solo sonriera y no hablara quizás me podría enamorar de ella.

-Hola Vero, no eras la que nunca cogía Sol porque era dañino para piel.

-Me lo dice él que robó su sombrilla a una niña de tres años en un parque de diversiones- en verdad parecía que había eso hecho eso, intenté sonreír, pues el chiste en verdad estaba gracioso pero no salió muy bien.

-Oye no te quejes, gracias a la sombrilla de la niña del primero estamos a salvo de morir deshidratados, me la llevé pues estaba en el suelo, además de que con la caída que tuve por su bici, es con lo menos que me puede pagar, gracias a Dios que nadie me vió, parecía eso telenovela venezolana- gracias a Dios ella no me vió o estaría echándomelo en cara aún.

-Realmente no me quejo pero ¿no deberías estar trabajando ahora, o tú amada Jéssica te despidió por fin?- por cosas como esas es por lo cual a pesar de lo hermosa que es, no la soporto, quité mi sombrilla de encima de ella y la dejé tomando el Sol.

-Parece que sigues siendo toda una perra, Laura, mejor sigue cogiendo Sol para ver si quemas un poco de calorías, estás gorda- sé lo mucho que le molesta que le digan algo malo sobre su cuerpo, así que esa siempre es uns buena arma.

-Gorda tú madre hijo de puta.

-Al menos yo tengo una y me quiere, adiós Laura- al instante me arrepentí de haberle dicho eso, pues ella no tiene la culpa de la madre que le había tocado.

Ahora mi prioridad era alejarme de ella, de todos, de mí, aún me quedaba dinero en la cartera pues gracias al príncipe azúl no nos cobraron en el restaurante.
No soy muy bebedor pero el bar estaba allí y las penas también, lo único que quería era que por una vez en mi vida las cosas me salieran bien, también es mi culpa por enamorarme de alguien como Jessica, pero la estupidez es un don de la raza humana.
Puedes estar rodeado de millones de personas que te aman, que si tú no te sientes amado, no te importará menos el amor de cada una de esas personas, la soledad no es estar solo, es sentirse solo.
Luego llegará la noche y te recordará que en tú vida algo está mal, llorarás, aprovecharás pues nadie te podrá mirar, o eso pensarás, más tú te miras y te sientes aún peor, quedarás dormido, luego amanecerá y volverás a fingir que sonríes, hasta la noche.
Y era ya de noche y se habían acabado las bebidas, más las penas aún brotaban de mi piel, tomé mis cosas, la sombrilla rosa y como pude comencé a caminar hacia casa.
Todo se movía muy rápido a mi alrededor y a puras caídas llegué a mi piso, recuerdo que iba a a abrir la puerta de mi casa cuando.

-¡Lucas!- ese grito me aturdió los oídos y me molestó muchísimo, bueno, más de lo que estaba.

-¿Que mierda quieres Mario?

-Mi sombrilla hijo de puta.

-Bonita sombrilla tienes aquí, el rosa te pega mucho- dije esto con ironía y riéndome de él.

Un segundo después me arrebató la sombrilla y me dió un fuerte golpe en el ojo, lo siguiente que recuerdo es que rodé escaleras abajo, por segunda vez en el día.
Estaba golpeado, triste, traicionado, borracho y como si fuera poco.

-¿No crees que estás cogiendo una muy mala costumbre? Lucas- Verónica, lo menos que quería en ese momento.

Me levanté del suelo con gran destreza y me acerqué hacia ella hasta que estuve muy cerca, tanto que podía respirar su perfume, me pareció conocido, me intentó empujar, se le notaba el miedo en los ojos y eso me gustó, la tomé del cabello para asustarla un poco más y fue cuándo ví a una Verónica totalmente desconocida, la muchacha creída y estúpida que se daba aires de grandeza, estaba mirándome de una forma totalmente diferente a lo habitual, temblaba bajo mi tacto y no hablaba, la besé.
La besé con fuerza y ella intentó resistirse los primeros segundos así que simplemente la besé con mucha más fuerza hasta que nuestros labios se correspondieron, sus piernas fallaron y nos tuvimos que recostar a la pared, pasé mis manos por sus muslos hasta llegar a la punta de su corto vestido, le susurré al oído lo hermosa que estaba esa noche y su olor se estaba apoderando de mí y vino un nombre a mi mente, Jessica, el perfume que usaba Vero, era el perfume de Jessica, me alejé rápidamente consternado y ella solo me miró, rápido regresé a mi casa.

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Verónica 25 de marzo del 202X

Totalmente desorientada por lo ocurrido, caminé hasta la entrada del edificio, saqué mi espejo y me arreglé el maquillaje que ahora estaba un poco estropeado, no pasaron 10 minutos y llegó Tom a recogerme.
Tom era un empresario o eso me había comentado, no le gustaba hablar de trabajo conmigo, con la escusa de que no entendería, eso me molesta porque aunque no soy la persona más estudiada, tampoco soy estúpida.
Llegamos a un restaurante de lo más hermoso y rápidamente nos atendieron, nos sentaron en la mesa VIP que estaba en el lugar más privilegiado del salón y ordenamos un poco de comida con nombres extraños, yo solo pedía lo mismo que Tom para no parecer una ignorante.

-¿No crees que ese vestido está muy corto para un lugar tan refinado? Todo el mundo tenía la vista en tú trasero.

-Dejalos que miren, de todas formas esto solo es tuyo.

-Quizás eso sirva con un noviesito de tú barrio, pero si yo te digo que vamos a un restaurante fino te tienes que vestir como una dama, no como una puta cualquiera- esas palabras me hirieron mucho, quise darle una bofetada en ese instante pero recordé que él era el que estaba pagando todas mis cuentas y mis gustos caros, así que tragué en seco arañandome el alma.

-Está bien Tomas, pero no tienes porque tratarme así, hay personas mirando.

-¿Ahora si te importa que las personas miren, no? Si te comportaras no tendría que decirte nada de esto, pero bueno, ya aprenderás- seguro Lucas no trata así a sus novias, pensé, luego me dí cuenta de que no había dejado de pensar en Lucas toda la noche.

Llegó el mesero con la comida y cominos en silencio, era evidente que Tom estaba de malas pulgas hoy, así que no intenté ni advertirle de que no se había fijado en mi nuevo peinado, ni en mis uñas, aunque él era muy malo con esos detalles.
Terminamos de comer y me quedé con hambre, no hay ser que coma esas comidas y se llene, todo es muy pequeño y sin sabor, pero según Tom así es la comida gourmet.

-Todo estuvo delicioso, realmente ya estoy aprendiendo a disfrutar de esta comida- mentí para ver si Tom mejoraba su carácter.

-Me alegro de escuchar eso, como mi novia debes convertirte en una dama y dejar de ser tan, bueno, tan tú.

-Cambiaré Tom, solo dame tiempo.

-Bueno, hablando de tiempo creo que ya se ha hecho tarde, te voy a llevar a casa.

-¿A casa? Pero, ¿no vamos a ir a la tuya hoy?- me sorprendió pues el siempre está buscando sexo.

-Hoy no, hoy realmente no tengo ganas, vamos.

Así de simple había sido mi noche, pasé más tiempo arreglándome que con Tom.
Llegamos al barrio y me dejó frente al edificio, me dió un pequeño beso, para nada parecido al de Lucas, subió a su auto y se marchó.
Me quedé allí como por dos minutos analizando lo que había sucedido, hasta que no le di más vueltas y entré.
Subí las escaleras y noté que había algo en el suelo de mi piso, lo recogí y era la cartera de Lucas, al parecer se salió en su caída, inmediatamente un cosquilleo recorrió mi espalda y recordé mi cuerpo contra la pared, las manos de Lucas y sus palabras diciéndome lo hermosa que era.
Quizás le haría falta su cartera, pensé, eran las 11 de la noche así que sabía dentro de mí que eso solo era una burda escusa para poder ir a verlo, subí un piso más y allí estaba, frente a la puerta de Lucas, toqué.

...Final de Capítulo...

(Si le gustó el capítulo me puede escribir al +53 55276604, allí le daré los demás capítulos de la novela en PDF, toda opinión es bien recibida, gracias!!)
 
Lucas 25 de marzo del 202X

Sé que es triste escribir un diario ya con 26 años, pero esta es la única forma que tengo para mantenerme enfocado.
Mí día comenzó abriendo la puerta de mi casa realmente deprisa, aún estaba organizándome la corbata por lo cual no me fijé en la bicicleta que había dejado la hija del vecino en el suelo, así que tropecé con esta y de una manera algo brusca bajé la escalera de mi piso, pero aún así no me pasó nada grave, no tengo idea de porque las escaleras en las novelas son tan terroríficas.
Me recompuse con un salto y antes de continuar mi camino, tomé una sombrilla que había en el suelo ya que hoy avisaron que habría mucho Sol y quizás después lloviera, faltaban aún dos pisos así que apresuré el paso mirando siempre de reojo el reloj de mi muñeca que marcaba las 9 de la mañana, llegué por fin a la entrada del edificio y cuándo me disponía a salir por la puerta...

-Muchacho un momento por favor- me detuvo una voz entre femenina y masculina, algo extraña pero totalmente inolvidable, era la señora Lucía.

La señora Lucía, es la típica señora de 60 años, gordita, pequeña y chismosa que tienen todos los barrios del mundo, todos los días de una forma increíble me detiene antes de salir del edificio para preguntarme a donde voy o para contarme los chismes que estén de moda en ese momento, pese a todo me cae bien pues simplemente es otro ser humano que la vida ha tratado mal con el paso del tiempo.

-Hola señora Lucía, voy a trabajar y ya sé que la chica del segundo se va a casar con un millonario (la muy condenada me lo estuvo echando en cara todo el bendito día de ayer), así que tenga buen día, adiós- Intenté seguir mi camino, fallidamente, por supuesto...

-Espera Lucas- ese soy yo - no es nada de eso de lo que te voy a hablar, de todas formas sabes que a mi no me gustan los chismes, solo te quería pedir que vinieras hoy a mi casa a comer, sé que vives solo y al menos aquí vas a poder conversar con unos familiares míos que se van a pasar la noche, quizás si hasta tienes suerte puede que halla alguna chica de tu edad- esto último lo dijo con un tono de lástima que me hizo sentir realmente mal.

-Gracias señora Lucía, no le prometo nada pero haré un esfuerzo, me despido- salí apresuradamente y sin mirar atrás para no tentar al destino.
Al salir del edificio me encontré con un calle abarrotada de personas, todas de seguro tenían una historia que contar, todas se veían tristes a mis ojos, también era que yo estaba mal, salí de mi bucle de pensamientos tristes y me dirigí hacia la oficina.
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Verónica 25 de marzo del 202X

Querido diario, como sabrás estoy realmente feliz, hace unos meses conocí al gran amor de mi vida, más bien al de mi mamá, ya que más que por su físico me gusta por su dinero y mi mamá siempre me enseñó que eso era lo que valía en la vida, porque el amor está sobrevalorado ¿no?, bueno, da igual, la cuestión es que me llevó a comer a un restaurante realmente guay, la mesa tenía cubiertos que no sabía ni que existían y la comida era realmente poca, era un plato enorme y solo tenía hierbas en el, pero eso es lo que come la gente fina.
El día de hoy comenzó de una manera muy graciosa, cuando me disponía a ir a la peluquería, vi como Lucas tropezaba con una bici y caía como un saco de papas por todas las escaleras del tercer piso, parecía escena de telenovela venezolana jajajajaja, rápidamente me escondí tras la puerta pues no estoy en muy buenos términos con él pues ayer le estaba hablando de mi compromiso como por cinco minutos y se molestó, seguro el pobre está muy enamorado de mí, pobre, en verdad no es feo y es bastante agradable aveces, pero simplemente le falta algo muy importante en el mundo, dinero.

Después de ese cómico incidente fui por fin a la peluquería, quería hacerme un corte nuevo para estrenar en mi cita de la noche. Al llegar el salón estaba lleno de mujeres, todas me miraban con desdén pues sus ya envejecidos cuerpos no se podían comparar al mío y entiendo su dolor, mido 1.75, mi piel es una piel tersa y de un color ni muy blanco, ni muy bronceado, combinación de un padre negro y una madre rubia. También saqué las mejores cualidades de las dos razas, tengo un cuerpo con bastante curvas y un pelo rizo de color oscuro que combina con mis ojos cafés, gracias a todas estas características siempre he sido la maldición de hombres y mujeres.
Esquivando todas sus miradas asesinas me senté con aires de grandeza pues ya había reservado un turno con anterioridad, mi misión allí era simple, quería lasiar mi pelo para darle un toque diferente a la noche y así sorprender a Marcos, mi prometido.

-Señora Lucía, nesecito que mi pelo quede súper lasio, debo estar deslumbrante para hoy, osea, más deslumbrante- dije esta última parte más alto para que todas en la sala me escucharan.

-Por supuesto señorita Laura, su pelo quedará realmente precioso- me dijo la señora Lucía con una gran sonrisa en su rostro, suelo hacer que las personas sonrían con mi sola presencia, es un don que tengo.

Hay que admitir la destreza que tiene Lucía tanto en la lengua como en las manos, pues en sólo par de horas había terminado un trabajo de gran excelencia, aproveché que estaba allí para de paso arreglarme las uñas y ponerles un poco más de color, pagué y me volví a la casa, era mediodía ya.
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Lucas 25 de marzo del 20XX

A pesar del tránsito y de que el bus se había atrasado llegué al trabajo, intenté entrar a mi cubículo sin ser notado, aunque en parte quería que ella me hubiera visto, me senté en mi silla idéntica a las demás, tomé unos papeles llenos de letras monótonas y aburridas (mi amor por la lectura se había marchitado por culpa de ellos) y comencé a realizar un trabajo que no era el de mis sueños pero gracias a él podía al menos tener un techo y una cama para quizás un día volver a tenerlos.

Mi trabajo consistía en venderle cosas a personas que no lo necesitaban, con la simple escusa de que "usted se lo merece", a las personas les encanta merecerse cosas y yo me aprovechaba de eso, coloreaba mis palabras con elogios y comentarios de admiración hacia esa persona totalmente desconocida y al final le vendía un artículo totalmente ridículo e innecesario que de seguro acaba luego abandonado por algún rincón. Debo comentar que aunque no me gustara mi trabajo tenía un don para hacerlo, por lo cual me había ganado cierta fama en la oficina y me habían recomendado varias veces para un ascenso, el cuál no acepté por varias razones, una en particular llevaba una falda y quizás, ese fuera el mayor de mis problemas.

El resto de la mañana trascurrió bastante tranquilo, vendí unos celulares viejos y convencí a una señora de que su actual refrigerador no era el adecuado para ella y que "merecía" algo mejor, en fin, le terminé vendiendo un refri de uso de uno de nuestros almacenes que de seguro se le iba a romper a los tres días de uso.
Estaba colgando el teléfono cuando de repente chocan con mi campo de visión, unas medias color oscuro que adornaban unas piernas largas pero no por ello finas, era un combinación realmente hermosa que solo podía pertenecer a una persona, la falda, digo, Jessica.

Jessica en cuestión era la fuente de mis problemas y también lo único que le daba color a esa aburrida oficina, tenía tan solo 25 años y ya era la jefa de ventas de la empresa, empezó como una simple vendedora y en tan solo 4 años escaló hasta su posición, la mayoría dice que usó sus atributos de mujer para ayudarse también, cosa que podría haber hecho pues es una mujer realmente hermosa, mide 1.70, tiene un cuerpo voluptuoso para ser más bien una persona delgada y un tes blanca con algunas pecas sobre la nariz que hacen vibrar aún más sus ojos azúl fuerte resaltando todo al compás con su cabello color rojo, el cual llevaba hoy recogido en una cola de caballo que llegaba hasta sus nalgas.
Por mi parte yo no creo que haya logrado todo eso solo con apariencia, además de que era una persona con un carácter fuerte era también amable y su voz era capaz de convencer al mismísimo Diablo de comprar hielo para el infierno, cualidades indispensables para este trabajo.

-Buenas tardes Lucas, ¿no piensas almorzar hoy?- luego de que ella me dijera eso revisé nuevamente mi reloj para darme cuenta de que eran exactamente las 9 de la mañana, estaba detenido el muy estúpido, razón por la cual no había sonado hoy en la mañana y había llegado tarde al trabajo.

Parece que mi reloj se ha roto señorita Jessica, realmente no sé que hora es, pero viendo que soy el único en la oficina y que usted dice eso, deduzco que es la hora de almorzar ¿no?, estaba a punto de decir eso cuando ella me abordó.

-Siempre estás dando lo mejor de ti Lucas, eres realmente asombroso, aún en la tan esperada ahora de almuerzo estás trabajando, vamos, te invito a comer algo- me quedé anonadado, allí estaba yo, un trabajador promedio siendo invitado a comer por la Diosa de la empresa, además de que me había elogiado también.

-Será un placer, déjeme apagar la computadora- esa fue una burda escusa para dar un rápido respaso a mi cartera para ver como estaba económicamente, ya que por supuesto no iba a dejar que ella pagara, luego de comprobar mi situación financiera, nos dirigimos hacia el comedor.

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Verónica 25 de marzo del 202X

Era mediodía y realmente el Sol se disponía hacerse notar ese día, me había demorado mucho más allí pues la señora Lucía me puso al tanto de todos los chismes del barrio, la peluquería realmente no quedaba muy lejos del edificio pero no había casi ninguna sombra por todo el bendito camino.
Comencé a caminar bajo ese sofocante Sol, hasta que de pronto sentí un alivio enorme sobre mi, como el que sientes cuando una nube bloquea el Sol y llega una sombra inesperada, pero mi nube era una sombrilla, me llamó la atención su color rosa y su estampado de unicornios totalmente ridículo, miré al lado para ver quién era.

-Hola Lucas- le brindé una sonrisa, era realmente sincera, me había salvado de tener que caminar por ese infierno.

-Hola Vero, no eras la que nunca cogía Sol porque era dañino para piel.

-Me lo dice él que robó su sombrilla a una niña de tres años en un parque de diversiones- eso último que dije lo hizo sonreír un poco, no soy la mejor analizando a las personas pero esa sonrisa realmente estaba jodida.

-Oye no te quejes, gracias a la sombrilla de la niña del primero estamos a salvo de morir deshidratados, me la llevé pues estaba en el suelo, además de que con la caída que tuve por su bici, es con lo menos que me puede pagar, gracias a Dios que nadie me vió, parecía eso telenovela venezolana- reprimí una carcajada pues no quería que supiera que no estaba tan solo como pensaba.

-Realmente no me quejo pero ¿no deberías estar trabajando ahora, o tú amada Jéssica te despidió por fin?- de pronto el Sol me daño los ojos y el calor me envolvió el cuerpo.

-Parece que sigues siendo toda una perra, Laura, mejor sigue cogiendo Sol para ver si quemas un poco de calorías, estás gorda- de pronto estaba tan furiosa que el Sol me importó un bledo.

-Gorda tú madre hijo de puta- le grité mientras él cruzaba la carretera, me dieron ganas de perseguirlo y arrancarle los ojos, pero ya yo soy una señorita con clase así que no me iba a rebajar a ese nivel.

-Al meno yo tengo una y me quiere, adiós Laura- eso realmente me dolió, no sé porque aún me daña que esa mujer no esté, más bien que me lo recuerden, realmente no hay mucha diferencia ahora, nunca estuvo presente ni cuando estaba viva.

Estaba tan furiosa que llegué al edificio y no me enteré ni del Sol, subí la escaleras y antes de entrar a mi casa, me vino una maravillosa idea a la mente con la forma de una palabra, VENGANZA, subí una escalera más y estaba frente a la puerta del señor Mario, era un desórden total ese piso, estaba lleno de juguetes y envoltorios de dulces, el señor Mario era un viudo que se había quedado solo con una niña de 4 años, su esposa había muerto hace un año, recuerdo que todos fuimos al entierro y gracias a eso conocí a Tom, mi prometido, pues Mario es su chofer, por eso él me trata como una patrona y me ayuda siempre que lo necesito.

-¿Señor Mario?- toqué su puerta, parece que aún no se le acaban las vacaciones que me hizo pedirle de favor a Tom.

Luego de unos minutos abrió la puerta. Mario no es una persona vieja, tiene apenas creo que 40 años, pero sus arrugas y sus ojeras lo hacen ver como de 60, se ha encorvado un poco y la tristeza se puede notar en su voz.

-Hola señorita Laura, ¿cómo está, necesita algo?- mientras me decía eso tenía a la niña cargada en brazos y parecía llorar.

-Buenas señor Mario, estoy bien gracias, ¿como está usted y la nena?

-Bien gracias, bueno, la niña se ha pasado todo la mañana llorando porque no encuentra la sombrilla que su mamá le regaló, es su juguete preferido, es verdad que quizás estuviera regada o afuera de la casa ¿pero quien se llevaría una sombrilla rosa y con unicornios?

-Bueno señor Mario- un sentimiento de satisfacción recorrió todo mi cuerpo y se dibujó una pequeña sonrisa en mi rostro, que espero que no la haya notado- no es por calumniar pero lo llamé exactamente porque ahora acabo de ver a el chico de su piso con esa sombrilla y sé lo mucho que significa para usted y su familia, no tengo idea de porque la habrá tomado, pero cuando fui a quitársela, me dijo muchas groserías y se marchó, disculpe- vi como una chsipa se encendió en sus ojos y dió un golpe fuerte a la puerta con la mano que le quedaba libre, me asusté de ver a alguien tan tranquilo actuar así.

-No puedo creerlo señorita, robarle a una niña y gritarle a usted por querer devolverle su juguete, además de que esa sombrilla es un recuerdo de mi esposa, un chico que parecía tan tranquilo- dió otro golpe fuerte en la puerta, salté del susto- cuando lo vea voy a ver si es tan valiente de gritarme a mí, ese Lucas va a saber lo que es bueno, muchas gracias por avisarme, si me disculpa necesito terminar el almuerzo, hasta luego señorita Laura.

-Hasta luego señ...- no había terminado la frase y cuando cerró la puerta de un portazo.

Regresé a mi casa totalmente realizada y feliz, me hice algo rápido para almorzar, me bañé y me acosté un rato, cuando desperté ya eran las 6 de la tarde, había dormido como 4 horas algo que no hago nunca, pero parece que la venganza me hace dormir mucho mejor, debería ir a un sicólogo por eso jajajaja, me levanté y me dí un baño de espumas pues me lo "merecía" y luego empezó la odisea de prepararme para mi cena.
Recuerdo que cuando comencé a prepararme eran a penas las 6:45, maquillaje, esto no, esto si, mejor no, este si, tal vez más corto, quizás más formal, en cuestión, cuando terminé eran las 8 de la noche y tenía que estar a las 8:30 afuera del edificio para que Tom me pasara a recoger.
Ya toda arreglada y perfumada abrí la puerta de mi casa, cuando de repente una persona cayó estrepitosamente por las escaleras hasta mis pies.

-¿No crees que estás cogiendo una muy mala costumbre? Lucas- el pobre se le notaba el alcohol por encima de la ropa.

Se levantó del suelo como pudo y se puso en frente mío, sentí una sensación realmente desconocida que me recorrió el cuerpo, este no era el Lucas estúpido y bobo que conocía, frente a mí estaba él con una mirada realmente molesta, me asusté mucho, me dí cuenta también de que tenía un golpe en el ojo, así que tuve miedo de que yo fuera ahora la persona con la que se desquitara, no quería pasar otra vez por eso.
Intenté empujarlo pero me tomó del cabello con fuerza e iba a gritar pero justo en ese momento, me besó.

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Lucas 25 de marzo del 202X

Luego de algunas conversaciones banales por los pasillos, Jessica y yo llegamos al pequeño restaurante que tiene el edificio de la empresa en el primer piso.
Podía sentir las miradas de odio de mis compañeros perforandome la piel, pues allí estaba yo, Lucas, un simple vendedor, ayudando a sentar a la Diosa del departamento de ventas.
Por lo general cuando uno va a ese restaurante, la atención es pésima, ya que como muy pocos trabajadores dan propinas, pues ven eso más como un comedor, los meseros realmente no se preocupan por la atención de los clientes.
Esta tarde sucedió todo lo contrario, por supuesto, por falta de un mesero nos atendieron dos y no nos brindaron hasta sus almas por falta de tiempo.
Pedí un café para esperar el almuerzo y mientras ella terminaba de ordenar yo ya estaba preparando en mi mente la conversación que deberíamos tener, iba a empezar con una adulación ligera sobre su aspecto, tal vez elogiar su nuevo peinado o decirle lo bien que se veía con sus nuevas uñas postizas y luego conversar sobre la familia o algún otro tema vanal, terminada la planificación física, me dispuse a romper el hielo, pero cuando abrí la boca para hablar.

-¡Jessica!- esto lo había dicho un hombre que de pronto estuvo parado frente a nuestra mesa.
Pensé que era solo un amigo hasta que la lengua de Jessica estuvo en la garganta de el supuesto amigo, realmente no me esperaba eso, sentí como si miles de agujas se me clavaran en el pecho, no se conformaron con un simple beso y estuvieron allí como por 30 segundos, también puede ser que para mí esa tortura durara mucho más.
Jessica con un movimiento se desprendió de él y me miró avergonzada.

-Disculpa Lucas, este es mi novio, Tomas.
Tomas era un chico de apariencia joven, muy bien parecido, piel trigueña, medía más o menos 1.85 metros, cuerpo atlético así que también era imponente, pero más imponente era su traje Armani negro y su reloj Verssace dorado que hacía juego con su cabello de color rubio y sus ojos grises, él es el típico hombre que alguien como yo odia inmediatamente por la gran brecha que hay entre nos.

-Un placer, mi nombre es Lucas- me puse de pie y le estreché la mano con la sonrisa más hipócrita que tenía en mi inventario, el ni siquiera lo intentó, no le agradé al parecer, pero el sentimiento era mutuo.

-Lucas es el mejor trabajador del departamento de ventas, incluso ya lo han recomendado para un ascenso pero no lo ha aceptado, por lo que lo invité a almorzar para convencerlo de aceptar- Al precer Jessica estaba dándole como una justificación de porque estaba allí conmigo.

-Me alegro de escuchar eso, mi empresa necesita de buenos trabajadores jóvenes como él, espero que recapacites y tome el ascenso Lucas, ¿O tienes algún motivo para quedarte en este departamento?

Pensé por dentro de mí, "¿mi empresa?", joder, este tío es Tomas, el hijo del dueño de la empresa, además, también es el novio de Jessica, recuerdo que hace un tiempo cuando Jessica empezó a ascender en la empresa, se esparció un rumor de que se le veía entrar mucho en la casa del dueño de la compañía, por eso creyeron que tenía un romance con él y gracias a eso su rápido ascenso, pero ahora veo que los rumores no eran del todo mentira.

-Gracias por su confianza señor Tomas, pero prefiero quedarme en el departamento de ventas como contrato, ya que no es mi idea quedarme para siempre en la empresa, además de que disfruto mucho de trabajar al lado de la señorita Jessica- dije esto sin pensar, pero pude ver como Jessica se ruborizó por una milésima de segundo, tal vez también sea mi imaginación.

-Muchas gracias, yo también disfruto mucho de trabajar contigo Lucas, cambiando de tema, ¿no ves algo diferente en mi Tomas?- en ese momento pude ver el terror en los ojos del príncipe, todos sabemos que cuando una mujer hace esa pregunta espera una respuesta correcta y que si uno se equivoca eso podrá ser un arma para que ellas la usen más adelante.

-Bue..e..no, tu cabello te lo recogiste hoy, ¿no?- Un error muy grave, había adivinado lo de su cabello pero al final terminó la frase con un "¿no?", el cual las mujeres interpretan como un, "realmente no me impresiona".

-Si Tomas, me recogí el cabello- esto lo dijo en un tono triste mientras bajaba la cabeza y pasaba sus dedos por los bordes de la taza.
El ambiente se había picado y yo me sentía realmente incómodo y traicionado, había fingido bastante bien y solo quería desaparecer de allí, al rato llegó el mesero con nuestros almuerzos, Tomas nos acompañó y luego de terminar, el señorito me dijo que por mi buen trabajo me podía tomar el día de hoy, así que me levanté de la mesa para ir a la oficina a buscar mis cosas, pero antes de irme miré a Jessica y le dije.

-Tus uñas quedaron muy hermosas Jessica, realmente ese azúl hace juego con tus ojos, gracias por el almuerzo- ella abrió los ojos y no pudo contener una sonrisa, les dí espalda y lo único que me faltó para sentirme completo, fueron algunas explosiones detrás de mi como en las películas.

Estuve como por cinco minutos esperando el bus, luego de que llegara, me di cuenta de que la sombrilla que había tomado esta mañana era rosa y con estampados de unicornios y eso me sacó un sonrisa, realmente no tenía ganas de reírme, mientras que estaba en la empresa me hice él fuerte, pero ahora viendome en un bus totalmente vacío y con la sombrilla de una niña, además de...Jessica, me sentí realmente enfermo.

Al llegar al barrio abrí la sombrilla pues el Sol estaba que quemaba la piel, fueron muchas las personas que se rieron de mi, pero al menos yo tenía sombra.
Estuve caminando como por 5 minutos hasta que vi a lo lejos un trasero bastante conocido, me acerqué rápidamente pues no tenía ganas de estar solo.

-Hola Lucas- allí estaba Vero con su hermosa sonrisa, si solo sonriera y no hablara quizás me podría enamorar de ella.

-Hola Vero, no eras la que nunca cogía Sol porque era dañino para piel.

-Me lo dice él que robó su sombrilla a una niña de tres años en un parque de diversiones- en verdad parecía que había eso hecho eso, intenté sonreír, pues el chiste en verdad estaba gracioso pero no salió muy bien.

-Oye no te quejes, gracias a la sombrilla de la niña del primero estamos a salvo de morir deshidratados, me la llevé pues estaba en el suelo, además de que con la caída que tuve por su bici, es con lo menos que me puede pagar, gracias a Dios que nadie me vió, parecía eso telenovela venezolana- gracias a Dios ella no me vió o estaría echándomelo en cara aún.

-Realmente no me quejo pero ¿no deberías estar trabajando ahora, o tú amada Jéssica te despidió por fin?- por cosas como esas es por lo cual a pesar de lo hermosa que es, no la soporto, quité mi sombrilla de encima de ella y la dejé tomando el Sol.

-Parece que sigues siendo toda una perra, Laura, mejor sigue cogiendo Sol para ver si quemas un poco de calorías, estás gorda- sé lo mucho que le molesta que le digan algo malo sobre su cuerpo, así que esa siempre es uns buena arma.

-Gorda tú madre hijo de puta.

-Al menos yo tengo una y me quiere, adiós Laura- al instante me arrepentí de haberle dicho eso, pues ella no tiene la culpa de la madre que le había tocado.

Ahora mi prioridad era alejarme de ella, de todos, de mí, aún me quedaba dinero en la cartera pues gracias al príncipe azúl no nos cobraron en el restaurante.
No soy muy bebedor pero el bar estaba allí y las penas también, lo único que quería era que por una vez en mi vida las cosas me salieran bien, también es mi culpa por enamorarme de alguien como Jessica, pero la estupidez es un don de la raza humana.
Puedes estar rodeado de millones de personas que te aman, que si tú no te sientes amado, no te importará menos el amor de cada una de esas personas, la soledad no es estar solo, es sentirse solo.
Luego llegará la noche y te recordará que en tú vida algo está mal, llorarás, aprovecharás pues nadie te podrá mirar, o eso pensarás, más tú te miras y te sientes aún peor, quedarás dormido, luego amanecerá y volverás a fingir que sonríes, hasta la noche.
Y era ya de noche y se habían acabado las bebidas, más las penas aún brotaban de mi piel, tomé mis cosas, la sombrilla rosa y como pude comencé a caminar hacia casa.
Todo se movía muy rápido a mi alrededor y a puras caídas llegué a mi piso, recuerdo que iba a a abrir la puerta de mi casa cuando.

-¡Lucas!- ese grito me aturdió los oídos y me molestó muchísimo, bueno, más de lo que estaba.

-¿Que mierda quieres Mario?

-Mi sombrilla hijo de puta.

-Bonita sombrilla tienes aquí, el rosa te pega mucho- dije esto con ironía y riéndome de él.

Un segundo después me arrebató la sombrilla y me dió un fuerte golpe en el ojo, lo siguiente que recuerdo es que rodé escaleras abajo, por segunda vez en el día.
Estaba golpeado, triste, traicionado, borracho y como si fuera poco.

-¿No crees que estás cogiendo una muy mala costumbre? Lucas- Verónica, lo menos que quería en ese momento.

Me levanté del suelo con gran destreza y me acerqué hacia ella hasta que estuve muy cerca, tanto que podía respirar su perfume, me pareció conocido, me intentó empujar, se le notaba el miedo en los ojos y eso me gustó, la tomé del cabello para asustarla un poco más y fue cuándo ví a una Verónica totalmente desconocida, la muchacha creída y estúpida que se daba aires de grandeza, estaba mirándome de una forma totalmente diferente a lo habitual, temblaba bajo mi tacto y no hablaba, la besé.
La besé con fuerza y ella intentó resistirse los primeros segundos así que simplemente la besé con mucha más fuerza hasta que nuestros labios se correspondieron, sus piernas fallaron y nos tuvimos que recostar a la pared, pasé mis manos por sus muslos hasta llegar a la punta de su corto vestido, le susurré al oído lo hermosa que estaba esa noche y su olor se estaba apoderando de mí y vino un nombre a mi mente, Jessica, el perfume que usaba Vero, era el perfume de Jessica, me alejé rápidamente consternado y ella solo me miró, rápido regresé a mi casa.

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Verónica 25 de marzo del 202X

Totalmente desorientada por lo ocurrido, caminé hasta la entrada del edificio, saqué mi espejo y me arreglé el maquillaje que ahora estaba un poco estropeado, no pasaron 10 minutos y llegó Tom a recogerme.
Tom era un empresario o eso me había comentado, no le gustaba hablar de trabajo conmigo, con la escusa de que no entendería, eso me molesta porque aunque no soy la persona más estudiada, tampoco soy estúpida.
Llegamos a un restaurante de lo más hermoso y rápidamente nos atendieron, nos sentaron en la mesa VIP que estaba en el lugar más privilegiado del salón y ordenamos un poco de comida con nombres extraños, yo solo pedía lo mismo que Tom para no parecer una ignorante.

-¿No crees que ese vestido está muy corto para un lugar tan refinado? Todo el mundo tenía la vista en tú trasero.

-Dejalos que miren, de todas formas esto solo es tuyo.

-Quizás eso sirva con un noviesito de tú barrio, pero si yo te digo que vamos a un restaurante fino te tienes que vestir como una dama, no como una puta cualquiera- esas palabras me hirieron mucho, quise darle una bofetada en ese instante pero recordé que él era el que estaba pagando todas mis cuentas y mis gustos caros, así que tragué en seco arañandome el alma.

-Está bien Tomas, pero no tienes porque tratarme así, hay personas mirando.

-¿Ahora si te importa que las personas miren, no? Si te comportaras no tendría que decirte nada de esto, pero bueno, ya aprenderás- seguro Lucas no trata así a sus novias, pensé, luego me dí cuenta de que no había dejado de pensar en Lucas toda la noche.

Llegó el mesero con la comida y cominos en silencio, era evidente que Tom estaba de malas pulgas hoy, así que no intenté ni advertirle de que no se había fijado en mi nuevo peinado, ni en mis uñas, aunque él era muy malo con esos detalles.
Terminamos de comer y me quedé con hambre, no hay ser que coma esas comidas y se llene, todo es muy pequeño y sin sabor, pero según Tom así es la comida gourmet.

-Todo estuvo delicioso, realmente ya estoy aprendiendo a disfrutar de esta comida- mentí para ver si Tom mejoraba su carácter.

-Me alegro de escuchar eso, como mi novia debes convertirte en una dama y dejar de ser tan, bueno, tan tú.

-Cambiaré Tom, solo dame tiempo.

-Bueno, hablando de tiempo creo que ya se ha hecho tarde, te voy a llevar a casa.

-¿A casa? Pero, ¿no vamos a ir a la tuya hoy?- me sorprendió pues el siempre está buscando sexo.

-Hoy no, hoy realmente no tengo ganas, vamos.

Así de simple había sido mi noche, pasé más tiempo arreglándome que con Tom.
Llegamos al barrio y me dejó frente al edificio, me dió un pequeño beso, para nada parecido al de Lucas, subió a su auto y se marchó.
Me quedé allí como por dos minutos analizando lo que había sucedido, hasta que no le di más vueltas y entré.
Subí las escaleras y noté que había algo en el suelo de mi piso, lo recogí y era la cartera de Lucas, al parecer se salió en su caída, inmediatamente un cosquilleo recorrió mi espalda y recordé mi cuerpo contra la pared, las manos de Lucas y sus palabras diciéndome lo hermosa que era.
Quizás le haría falta su cartera, pensé, eran las 11 de la noche así que sabía dentro de mí que eso solo era una burda escusa para poder ir a verlo, subí un piso más y allí estaba, frente a la puerta de Lucas, toqué.

...Final de Capítulo...

(Si le gustó el capítulo me puede escribir al +53 55276604, allí le daré los demás capítulos de la novela en PDF, toda opinión es bien recibida, gracias!!)

Después de 10 años leyendo, pos está súper wey tienes madera de escritor
 
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