Lo que siente mi Diario (Capítulo 3)

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Lucas 26 de marzo del 20X

Ya en mi casa, tomaba una ducha, ahora tenía más problemas, muchos más, Verónica, un beso, Jessica, un beso, joder, todo se me estaba juntando, en mi vida había tenido tanta suerte con las mujeres y ahora parecía una maldición, ¿porqué Jessica me habrá besado? Luego del beso simplemente se levantó de la silla se disculpó y se marchó, me quedé sentado con cara de estúpido, el mesero me dió un golpecito en la espalda, me dijo que era un hombre con suerte y me dió la cuenta, habían subido de nuevo los precios, ¿Suerte? No sabe lo que dice.

No sabía que hacer, si llamarla, escribirle o simplemente no hacer nada, opté por la última opción pues era la más fácil.
Después de haber refrescado un poco mi mente con la ducha me acosté en la sala para ver algo y despejar, pero como ver la televisión nacional y despejar es imposible, simplemente apagué el televisor y intenté descansar los ojos.

Cuándo desperté ya estaba oscureciendo, mi mente aún divagaba en un sueño que en verdad no recuerdo, tenía hambre y en la casa no había nada de comer, abrí el refrigerador para ver si por arte de magia, había aparecido algo, pero las cosas no funcionan así, así que me puse a pensar y recordé las más de cien invitaciones a comer que me había hecho la señora Lucía, esa era mi única opción, así que me puse algo más formal que el chort que llevaba y salí de casa.

Antes de salir me fijé en la hora, eran apenas las siete menos diez pero en casa de Lucía se come temprano, así que me apresuré.
Ya estaba frente a la puerta cuando toqué, al instante casi pude ver la pequeña figura de Valeria.

-Hola Lucas- Sonrió.

-Hola Valeria- Sonreí- ¿se encuentra tú tía?

- Si dame un segundo, ven pasa y sientate.

-Muchas gracias- al entrar me dí cuenta de lo bien ordenada que estaba la sala, era muy colorida y llena de hermosos cuadros por doquier, nunca hubiera pensado que le gustaría tanto el arte a la Señora Lucía, esperaba el típico cliché de muchos gatos y telarañas por las esquinas.
Un minuto después regresó Valeria, esta vez acompañada por su tía.

-Hola Lucas, es raro verte a estas horas, ¿sucedió algo?- se notaba un poco preocupada, no es menos cierto el hecho de que paso siempre mis tardes en casa.

-No es nada en verdad, solo que me preguntaba que si aún estaba en pie algunas de las ofertas a cenar que me ha hecho, sucede que se me olvidó comprar algo para comer y no tengo nada en el refrigerador- Dios mío ahora que me doy cuenta soné verdaderamente desesperado.

-Tía no sabía que te gustaban tan jóvenes- Valeria dijo esto y se echó a reír.

-No seas estúpida niña, Lucas es un buen muchacho pero como hombre al fin seguro que no sabe administrar bien su casa, mira, incluso se quedó sin comida ahora, su madre es una clienta habitual y me pidió que cuidara de él- es cierto que desde que me mudé para el edificio hace casi ya tres años, la señora Lucía siempre ha cuidado de mí de una forma u otra- no se diga más, hoy comes aquí, ya la cena está casi lista, tú espera aquí mientras tanto, vamos niña, para que me ayudes- dicho esto se marchó para la cocina, Valeria antes de irse llegó donde yo estaba y me dijo.

-¿No te basta solo con Verónica?- Luego se fue riendo, niña boba esa.

Cuando miré el reloj ya eran las siete y diez minutos, pensé en Verónica, ¿dónde estaría ahora? Nunca solía toparme mucho con ella, pues para mí solo era la muchacha loca de abajo, también porque de una forma u otra la sentía inalcanzable, nuestros mundos y pensamientos son muy distintos, ¿entonces porque la besé?
Los recuerdos poco a poco empezaron a llegar a mi mente, recordé que bailamos, reímos y que fui yo quién la invitó a pasar la noche, fue una de las mejores noches que he pasado en los últimos meses también, desde hace unos días parece que es inevitable que nos encontremos y ya me he acostumbrado a su presencia en mi alrededor, le da algo de color a mi vida.
Mientras que aún estaba perdido en mis pensamientos Valeria me llamó desde el comedor avisándome que ya estaba lista la cena.

El comedor era espacioso, los pisos de abajo son mucho más grande que los de arriba, pero también más caros, por eso no me pude permitir uno y opté por mi pequeño apartamento.
Ya todos estábamos en la mesa y había en el centro fuentes con los alimentos, la señora Lucía ordenó que nos sirviéramos y así hicimos.
Mientras comíamos nadie dijo una palabra, cosa que me gustó pues me gusta comer en paz, luego de que terminé me ofrecí a lavar los platos pero Lucía rechazó fuertemente mi oferta.

-Sientate allí tranquilo, hoy eres mi invitado, ya de eso se ocupará Valeria- Valeria recogió todos los platos de la mesa y fue al fregadero- Y cuentame Lucas, ¿como te va en el trabajo?.

-Muy bien la verdad, incluso me han ofrecido un ascenso, pero lo rechacé.

-¿Porqué harías algo tan estúpido?- dijo esto un poco asombrada.

-Simplemente no me veo haciendo este trabajo toda la vida, siento como si hubiera algo más para mí, ¿No sé si me comprende?- la señora Lucía bajó un poco la cabeza, puso un tono sombrío en su cara y me dijo con una sonrisa fingida.

-Claro que te comprendo Lucas, pero simplemente no basta sentir o creer eso, esta vida es cruel, no todo es como en un libro donde solo esforzándose el protagonista logras sus sueños, recuerda siempre eso.
Dicho eso se levantó y se marchó con la escusa de ir a comprobar si ya estaba listo el dulce que preparaba, Valeria regresaba con un vaso de refresco el cual me ofreció y se sentó a la mesa.

-Tocaste un tema sensible ¿eh?

-No sé que pude haber dicho, estábamos hablando de mi trabajo y simplemente luego ella se puso así.

-Es exactamente por eso, trabajo, sueños, ese "algo más" que sientes que te mereces, como es lógico mi tía no siempre fue esa típica señora chismosa del barrio, no sé mucho la historia pero mi mamá me ha contado que ella siempre fue una mujer súper talentosa, todos los cuadros que hay en la sala fueron pintados por ella.

-¿Entonces como terminó siendo peluquera?

-Por eso que ella te dijo, Lucas, la vida no es un cuento de hadas, ni un libro de amor, se vive y se muere, lo que pasa por medio ya es más bien cuestión de suerte, aveces debes entender que por mucho que lo intentes o desees, hay cosas que no se van a cumplir, no importa si eres talentoso o no, simplemente así de mierda es la vida- quizás siempre he sabido eso, lo que aveces tengo que olvidarlo para poder sobrevivir.

-¿Y tú que crees de eso Valeria?

-Bueno, si todo sigue así pronto yo creeré en esa hipótesis también, me estoy quedando aquí con mi tía con la esperanza de encontrar a alguien que me ayude a poder publicar mi libro.

-Así que una escritora, ¿de que trata tú libro?

-Bueno aún no es un libro, es la idea más bien, quiero que trate sobre los problemas cotidianos de las personas normales, tanto en el amor como en el trabajo, personas que normalmente encuentras en todos los barrios.

-¿Personas como nosotros los del edificio?

-Si, si, algo así, ya tienes la idea, pero quiero reflejar los puntos de vista de algunas personas en referencia a lo que suceda en el día, también una historia de amor o un triángulo amoroso, tengo tantas ideas- Mientras hablaba de sus ideas brillaban sus ojos, yo solo pensaba lo aburrido que sería un libro sobre mi vida o sobre este edificio.

-Bueno, tienes una idea, ahora persíguela hasta que alguna de las dos se canse, solo procura que no seas tú.

-Oye buena frase esa, la voy a tomar para mi libro.

-Solo quiero el 50 ℅ de tus ventas- le dije riendo.

-Que sea el 20 %- me dijo y reímos los dos mientras que llegaba la señora Lucía con el postre, eran ya las ocho y media de la noche.

-Aquí está chicos, mi famoso flan- puso en la mesa un plato con aquel pedazo de maravilla, al mirarlo me brillaron los ojos y Valeria no se quedaba atrás, ya se estaba sirviendo un porción, yo no me quedé sentado y también me serví.

Era simplemente indescriptible su sabor, también es que soy súper fan de los flan y ese estaba especial.

-Esa es una receta que me enseñó la madre de VERÓNICA hace unos años ya- dijo la señora Lucía con una cara melancólica.

-Tía - dijo Valeria aún sosteniendo su porción de flan- tengo una pregunta que hacerte y ahora que está Lucas quizás el también me ayude a esclarecerme, ¿Porqué razón tú llamas aveces a Verónica, Laura?, ¿Es su segundo nombre?.

La señora Lucía se aclaró la garganta y miró arriba como buscando en el techo una respuesta.

-Eso es más bien una mala costumbre mía, ya han pasado algunos años, pero aún no me acostumbro a su nuevo nombre.

-¿Nuevo nombre?- pregunté desorientado.

-Si, el nombre de Verónica se lo puso hace ya unos tres o cuatro años, su nombre real era Laura, Laura Rodriguez Díaz, por eso es que aveces aún la llamó por ese nombre, es que la llamé así toda la vida, desde que nació, así que no es fácil quitarse esa costumbre- una Valeria tan desorientada como yo preguntó de nuevo.

-¿Y a que se debe ese cambio de nombre? Laura no es un nombre feo- Lucía volvió a mirar al techo y si no tuviera ese carácter tan informativo que tienes quizás no nos hubiera contado nada más.

-Laura era también el nombre de su madre, Lucas si la conoce- es cierto eso, la vi hace unos tres años atrás, estaba yo arreglando las condiciones para la mudanza, viendo el edificio y conociendo los alrededores, en ese tiempo no conocía a Verónica, solo escuchaba que todos los días era una discusión tras otra en su casa, por eso le dije ese disparate a Vero, que estúpido soy, lo extraño es que después de que se fue más nunca ha regresado- Laura, su madre, no era una mala mujer (continuó explicando Lucía), solo que hay personas que simplemente no nacen para ser algo en la vida y ella no nació para ser madre, desde pequeña Verónica ha vivido prácticamente sola, ella solo le pagaba a una mujer para que la cuidara y se pasaba días fuera, ya fuera viajando o con un hombre, cosa que sería totalmente normal si no fuera por el hecho de que tenía una niña pequeña esperándola en casa, pero poco a poco Verónica fue creciendo, al igual que los problemas con su madre, cuando ella solía regresar a casa, casi siempre borracha, bueno para no alargar más la historia, la cosa es que cuando su madre murió ella si cambió el nombre.

-¿Cómo que murió?, ¿porqué no me había enterado de eso?- pregunté asombrado por la repentina noticia.

-Disculpa que sea un poco cruda Lucas pero desde que estás aquí ahora es que te preocupas por las personas, siempre estabas encerrado en tú casa además de que tampoco es que fueras amigo de Verónica- joder es cierto que era un puto ermitaño- es cierto, que estúpido fui, seguro Vero lo pasó terrible en esos días

-No creo eso, si yo hubiera tenido una madre así no me importaría que muriera- dijo secamente Valeria.

-Por más que quiera discrepar, es cierto lo que dices, a Verónica no le afectó su muerte lo más mínimo, cada cuál recoge lo que siembra.

-¿Entonces, como me imagino, el papá de Vero debe ser muerto?- pregunté.

-No, está vivito y coliando, ¿como crees que se puede mantener Verónica?, solo que su padre nunca le ha dado la cara, solo le envía dinero por giro, debe tener mucho porque nunca deja de enviarle, mes tras mes llega el giro acá al edificio.

-Bueno al menos la ayuda- dije eso y al instante Verónica se levantó de su silla como indignada.

-¿Como puedes decir eso Lucas? Ella es un ser humano, no una cuenta de ahorro a la que sólo se le pone dinero.

-Recuerda Valeria, la vida no es un cuento, ni un libro de amor- rápidamente recordó sus palabras y su cara se entristeció.

-Es cierto eso que dices Lucas, bueno chicos yo voy a ver si me baño, Lucas, quedas en casa- la señora Lucía se marchó y sólo quedamos en el comedor Valeria y yo.

-Menuda mierda de historia para acompañar un flan tan delicioso.

-Tú fusite la que preguntaste.

-No es menos cierto eso, solo que no esperaba todos esos problemas una tras otro.

-Para que veas, menuda porquería de vida ¿eh?

-Menuda porquería de vida- contestó Valeria, eran ya las nueve de la noche.

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Verónica 26 de marzo del 202X

Después de ver a Lucas besando a esa mujer me fui rápidamente de allí, él no me debía fidelidad ni nada por estilo, pero algo simplemente se rompió en mí, quizás también mi orgullo.

Llegué a casa muy malhumorada, gracias a Dios vivo sola o hubiera matado a alguien de seguro, me quité la ropa allí mismo en la sala y me metí en la ducha para pensar en todo.

Realmente fui una estúpida al creer que podría tener "algo" con Lucas, él ya está enamorado de esa estúpida de Jessica, que por lo que me ha descrito anteriormente, era esa que estaba con él, todo fue mentira, sus palabras, sus caricias y sentimientos de anoche solo fueron una cosa de borracho, mierda ahora que me acuerdo con el apuro de salir de ese lugar se me olvidó comparar algo de comer y no debo tener nada en casa, ese estúpido se perdió la mejor cena de su vida y quizás también mucho más.

Luego salí de la ducha, me sequé y aún desnuda me lancé a la cama.
Recordé que había acordado en el impulso de ira, ir a cenar con Tom, no tenía ganas pero quizás era lo que me hacía falta, algo de atención.
Él no me amaba, pero si me necesitaba y en ciertas ocasiones eso es lo mejor que te puede suceder, sentir que una persona te necesita para funcionar correctamente.

Rato después me puse hacer algunos quehaceres para alejarme de mí.
Pasaron como cuatro horas mientras que organizaba mi apartamento, me demoré mucho porqué también descansaba entre cada lavor, tampoco podía exigirme demasiado, durante todo ese tiempo solo me concentré en las canciones que había puesto en mi celular y en verdad había logrado relajarme un poco, luego me bañé y comencé la batalla de elegir mi vestuario para salir con Tom.
Eran alrededor de las siete y media de la noche y yo ya estaba totalmente vestida, recordando mi pasada cita y lo que me había dicho Tom, elegí un vestido menos sugerente y más elegante, al igual que un maquillaje más discreto, me observé unos segundos frente al espejo y contemplé que cada día me parecía más a ella, la misma nariz, los mismos labios, la misma mala suerte en el amor, siempre me juré que no sería como ella pero aquí estoy, idéntica, Laura Rodriguez Díaz, ahora Verónica Rodriguez Diaz, no eres más que su sombra, al menos no tengo un hijo que dejar abandonado.
Cuando terminé completamente de arreglarme y de prepararme tomé mi bolso y bajé las escaleras, habíamos hablado muchas veces para que arreglaran el alumbrado del edificio pero nadie había dado un paso al frente, tampoco yo, por lo que los pasillos siempre están oscuros, apuré el paso.
Ya estaba a salvo y fuera del edificio, hacía frío esa noche, se sentía el clima húmedo, pensé en subir por un abrigo pero en ese momento llegaba Tomas en su auto, cada vez que ibamos a salir hacíamos lo mismo, me vestía horas antes y luego lo esperaba frente al edificio, por eso no me asombré cuando la señora Lucía me preguntó un día si me estaba prostituyendo jajaj.

-Hola hermosa, ¿vas a algún lado?- era increíble que Tom estuviera haciéndome una broma.

-Donde usted vaya caballero- sonreí, di la vuelta y me subí al auto, él al instante me procuró un beso, un beso muy lindo por cierto, con cariño, como nunca.

-Estás realmente hermosa esta noche, bueno, todas las noches en verdad, veo que tomaste mi consejo de vestir algo más elegante, ahora si pareces toda una dama, joder, disculpa, siempre lo eres, es solo que, bueno, ya hablaremos cuando lleguemos al restaurante- me quedé anonadada, allí estaba Tom y su gran orgullo, intentando disculparse.

La calle esa noche estaba realmente llena de personas, todos salían quizás a lo mismo que yo, a olvidar las penas, llegamos en un momento al mismo restaurante de la otra vez, el mismo mesero nos atendió y al igual que la pasada vez, me miró el culo, al parecer no me sirve de nada el vestuario de chica refinada, mis curvas siguen delatándome.

Nos sentamos, nos sirvieron algo para beber y esperar por el plato de entrada, luego de un gran trago Tom me miró a los ojos.

-Lo necesitaba, ese trago lo estuve esperando todo el bendito día, hoy a sido un día realmente problemático y lleno de mierda, en el trabajo perdimos un cliente que nos iba a comprar un producto prácticamente al precio más alto del mercado.

-¿Qué sucedió?- me pregunté esperando la respuesta que siempre me da "no entenderías de eso".

-Bueno la cosa fue que nuestra vendedora no pudo convencerlos al final, no preparó una exposición que hiciera que se decidieran al comprar, quizás si hubieras ido tú podríamos haber vendido, incluso más- sonrío y yo estaba allí sin saber que contestar, nunca me había dejado involucrar en su vida laboral, y ahora estaba allí haciendo bromas sobre que yo podría trabajar con él.

-Me imagino que eso debe haber sido un duro golpe, vamos a servir un trago más para olvidar las penas- eso fue lo único que se me ocurrió decir, pero al parecer le gustó porque rápidamente estaba sirviéndonos otro trago.

-Eres una mujer estupenda Verónica, me has soportado todas mis pesadeces y de una forma u otra eres necesaria para que yo pueda funcionar bien- agachó un poco la cabeza y suspiró- Verónica, quizás lo hayas imaginado o alguna vez debe a haber pasado por tú cabeza la suposición de que tengo una mujer por la naturaleza de nuestra relación, llevamos un tiempo ya y sin embargo nunca te he llevado a conocer a mi familia y solo nos vemos en restaurantes y hoteles.

-No me quejo Tom, pese a todo siempre me has cuidado.

-Dejame terminar por favor, la cosa es que si tengo una mujer Verónica- agachó aún más la cabeza quizás esperando un espectáculo de mi parte, pero como había dicho, ya lo sabía o más bien me lo imaginaba- aunque parezca frío de mi parte decírtelo así, estoy seguro de que en el fondo no te afecta mucho, no hay que ser ciego para ver que no nos amamos Verónica, todo lo que buscamos en nosotros no es más que sexo, cariño, dinero, compañía, pero no amor, no, eso no lo buscamos ninguno de los dos, ni yo en ti, ni tú en mí, pero hey, no hay problema con eso, pues ya yo no creo en eso, no sabría decirte en que decepción fue que me cansé del amor, todos me ven como el niño rico, bonito, estúpido y creído, el típico cliché de telenovela, pero no soy así siempre, me gusta trabajar con las personas, ayudarlas, gastar mi dinero en cosas útiles, por eso es que a pesar de todo tengo él mismo auto desde hace cinco años y seguiré con él hasta que no de más, luego lo regalaré a alguien que lo necesite, no soy siempre el niño rico y estúpido que te hace pasar pena en un restaurante, esa aunque no parezca es mi forma de autodefensa, ya que estoy acostumbrado a que se intenten aprovechar de mí, desde que tengo uso de razón todas las personas que están a mi alrededor me engañan y fingen ser mis amigos para ganar algún beneficio, incluso mi esposa hace eso, por eso es que saco mi carácter frío y narcista a relucir aveces, lo siento si te he dañado por eso.

Allí estaba nuevamente, Tom, pidiendo disculpas una vez más, no sabía como actuar pues no me habían configurado para tratar con él así.

-No tienes porque disculparte, yo tampoco me he portado todo lo bien que puedo contigo, es verdad que no siento amor por ti, es verdad que no sientes amor por mi, es más, últimamente, creo que siento amor por alguien más.

-¿De verdad? Eso es bueno- dijo esas palabras sinceramente, no feliz, pero si de verdad.

-Si, eso creo, pero él no creo que sienta lo mismo, está enamorado de otra mujer, hermosa y poderosa además.

-De mujeres poderosas estoy realmente cansado ya, mi esposa se encarga de molestarme a cada instante, intenta darme celos con cuanto trabajador de mi empresa puede, ella es jefa de allí, pero al yo ser el hijo del dueño, quiere ratificar su posición, pero en vez de acercarse a mi de otras formas, prefiere jugar con las personas, hoy incluso, me envió una foto que le tomó una amiga besándose con un muchacho en un bar.

-Disculpa que diga esto, pero tú esposa es una puta.

-Lo sé, realmente me casé con ella para salir de mí papá, pero bueno, vamos a dejar de hablar de cosas tristes, ya llega el mesero.

Minutos después estábamos comiendo una deliciosa ensalada de camarones, aún no me creía la conversación que habíamos tenido minutos antes, ni que iba a suceder ahora.
Luego de la cena conversamos un poco sobre algunos asuntos triviales, sin tocar nada doloroso una vez más, tomamos el postre y estábamos listo para irnos.

-Vamos, te llevaré a casa- no objeté eso.

Por el transcurso del camino no hablamos casi, llegamos al edificio y todo estaba oscuro, eran cerca de las once de la noche, Tom bajó y me abrió la puerta, yo salí y quedé frente a él, me abrazó, correspondí ese abrazo.

-Lo siento porque mientras duró no pude darte todo lo que merecías, espero que ese estúpido que quieres abra los ojos de una puta vez y vea lo que se está perdiendo- puso su mano sobre mi rostro y me besó, esta vez fue un beso largo, como para poder recordarlo toda la vida- ten una buena vida Verónica, espero verte por allí.

Subió al auto y se marchó, aún mi mente procesaba esta extraña cita, confesamos que nos engañamos pero a ninguno importó y al parecer terminamos, bueno, es lo menos que se haría después de esto, joder que vida más extraña tengo.

Froté mis manos por mis brazos para entrar en calor y entré al edificio, en la primera escalera se notaba una persona sentada, tuve miedo pues no se distinguía quien era y además era extraño que alguien estuviera en las escaleras a esas horas.

Mi primera idea fue llamar a casa de la señora Lucía, pero no tuve que hacerlo pues cuando se me acostumbraron los ojos, pude divisar que era una mujer, incluso más pequeña que yo.

-¿Quién carajos eres? - pregunté.

-Parece que te metiste en algo gordo, Verónica.

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Lucas 26 de marzo del 20X

Estuve un rato más conversando con Valeria antes de irme para casa, eran cerca de las diez de la noche ya, pasé por frente a casa de Vero y recordé toda la historia de la señora Lucía, menuda mierda le ha pasado, eso explicaría muchas cosas, ahora solo quisiera verla y darle un abrazo, sé que ella no es de las que abrazan pero no me importa, juro que cuando la vea le voy propinar el mejor abrazo de toda la historia, de paso si tengo suerte tal vez reciba uno también, me hace falta.
Toqué su puerta algunas veces pero nadie contestó, seguro estaba con su novio o algo así, no me demoré más allí y subí a mi apartamento.

Recuerdo que al llegar lo primero que hice fue encender el equipo de música y poner a Kaleo, "My Fair Lady", esa canción me daba tranquilidad, me trasportaba a un mundo paralelo donde yo era el puto héroe de mi historia, donde existía una mujer que no era ni perfecta ni imperfecta, era mía y sus suspiros también, no existían las peleas, solo amor, sexo, cariño y más sexo, joder, era triste cada vez que terminaban los 3:43 que duraba la canción y regresaba a mi mundo, donde yo, ni siquiera era un personaje de reparto.
Repetí la canción unas cinco veces antes de llorar, ¿Qué porque lloré? No tengo la menor idea, solo sé que se sintió bien, liberador, humano.

Mi reloj marcaba las once y algo, el algo no lo pude observar bien pues escuché a lo lejos el sonido de la puerta de un auto cerrándose, "Verónica y mi abrazo", pensé, quizás a ella le hayan dado más de un abrazo en su cita, pero quería hablar con ella para que supiera que puede contar conmigo, no hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo.
Dicho esto salí de casa, escuché algunas voces por lo que esperé en las escaleras, quizás estaba allí con su novio, estuve esperando como por cinco minutos hasta que escuché que las dos voces eran femeninas, una era Vero y la otra parecía conocida, quizás se encontró con Valeria, pero eso no podía ser pues Valeria me dijo que iba a dormir cuando me fui.
Quizás por haber estado toda la noche en casa de la señora Lucía se me había pegado un poquito de su curiosidad por lo desconocido, bajé lentamente las escaleras y me quedé donde no me podían ver, bueno, yo tampoco las podía ver bien, solo se notaba que una estaba algo alterada pues se notaba que agitaba mucho las mano, esa era Verónica, típico de ella, la otra estaba a la salida casi del edificio, pero la luz de afuera llegaba desde atrás por lo que no se le veía la cara.
Agudicé más el oído esperando enterarme de su conversación tan acalorada.

-Realmente es poca cosa, tener que jugar con alguien que la quiere para molestar a su esposo y creer que se pondrá celoso y la amará por arte de magia- dijo Vero, la otra mujer sonrío muy estrepitosamente- cuándo le cuente al "él" sobre lo que estás haciendo veremos como queda su imagen de princesa.

-Por su bien espero que no digas nada Verónica, en verdad la señorita está algo mal de la cabeza y no le molestaría "despedir" a su empleado, solo estoy aquí para advertirte que te alejes de los dos, ambos son juguetes de "ella".

Justo cuando Verónica iba a responder, se abrió la puerta de la señora Lucía y salío esta muy alterada.

-¿Pero que carajos es esto?, ¿saben que hora es para estar en esta gritería?, ¿pasa algo Laura?

-Nada señora Lucía, estoy seguro de que esta mujer ya se iba, ¿no?

-Es cierto, se me ha hecho algo tarde controlando a los perros, más bien a las perras jaja.

-Cuidado niña- dijo Verónica dejando su bolso en el suelo, con esta evidente muestra de que todo iba a peor, bajé las escaleras y tomé una de las manos de Vero, ella al mirarme se asustó mucho y palideció.

-Buenas noches caballero, recuerda lo que te dije de las "despedidas" Verónica, espero que actúes bien, adiós a todos- luego de eso se marchó rápidamente.

-Debo llamar a la policía o algo- pregunté, aún Vero temblaba bajo mi tacto, la abracé, la abracé muy fuerte, hasta que su cuerpo dejó de temblar, luego me miró y me dijo que todo estaba bien.

-Solo es una mujer celosa Lucas, algo normal, me ha sucedido muchas veces- se notaba que ocultaba algo, pero no estaba para que la agobiaran con preguntas así que lo dejé pasar.

-Señora Lucía puede volver a dormir, yo acompaño a Verónica hasta su casa.

-Buenas noches a los dos- cerró la puerta de su casa.

Tomé la mano de Vero y juntos subimos hasta su apartamento, no dijimos ni una palabra, ella solo tenía la vista perdida, llegamos hasta su apartamento.

-Aquí estamos Vero, ¿de verdad vas a estar bien?

-Si Lucas, no te preocupes.

-Es imposible que no lo haga, ¿sabes? Te escuché llegar hace un rato y bajé con la sola idea de decirte que siempre podías contar conmigo para lo que fuera y aquí estoy, diciendote que puedes contar conmigo para lo que sea.

Ella acercó su cabeza a mi pecho y me abrazó, la abracé, nos abrazamos como por un minuto y todo despareció por esos segundos, sentí que escuchaba una vez más "My Fair Lady".

-Gracias por todo Lucas, hablamos mañana, ¿si?.

-Hablamos mañana, buenas noches Vero.

-Buenas noches Lucas.

Subí las escaleras, un poco más vivo.

Fin del Capítulo 3 "Mi mundo Paralelo"
 
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