Maman Brigitte: una diosa celta en Haití

En este caso como en ningún otro tengo que pensar en la novela American Gods de Neil Gaiman, y su teoría de los dioses emigrantes. Puedo imaginar a la blanca y pelirroja Brigid, recién llegada de sus prados y montículos rocosos en la dulce Erin, Irlanda, a una calurosa y árida isla del Caribe donde se habla una lengua que no entiende y donde los Loas de piel negra cubierta de barro y polvos ceremoniales la miran con ojos desorbitados. La imagino quejumbrosa al principio y temerosa de desaparecer, hasta que se da cuenta de que la única forma de sobrevivir es haciéndose una de ellos. Entonces, para asombro de todos, comienza a bailar frenética al son de los tambores, y en el clímax, se remanga el faldón, negro por el hollín de las fogatas, y acaricia provocativa la piel de sus genitales con pimientos picantes y calientes. Todo el tiempo sus ojos y los de Barón Samedi se ven con lascivia y, al final, él la reclama para sí. Al día siguiente ya no es Brigid, hija de Dagda de los Tuatha de Danan, ni Santa Brígida de Kildare, es Maman Brigitte, la que baila en los cementerios, la madre de todos los Ghedé.

Los Loas:
En la religión vudú, los Loa son espíritus que sirven como intermediarios entre los hombres y Bondye, Dios. Cada uno tiene una personalidad diferente y múltiples modos de ser alabados a través de canciones, bailes, símbolos rituales, etc. Existen 4 familias principales de Loa: los Rada, considerados como los más antiguos y guardianes de los principios morales; los Petro, más fieros y guerreros; los Ghedé, que son los espíritus de los muertos, y los Dantor.
El jefe del clan Ghedé es Barón Samedi, el Señor del cementerio, un Loa vicioso y promiscuo. Sorprendentemente, su esposa y contraparte femenina es de origen europeo. Baron Samedi y Maman Brigitte son los psicopompos encargados de sacar las almas de los muertos de las aguas místicas donde se encuentran sin conciencia ni identidad, dándoles un nuevo nombre y transformándolos en ghedé.

Ella viene de ANGLETER:
Una canción muy común en las ceremonias dice: “Maman Brijit, li soti nan angleter”, “Maman Brigitte, ella viene de Inglaterra…”, donde la palabra angleter puede referirse a todas las islas británicas. Específicamente se cree que vino a Haití en los corazones de los criados irlandeses deportados. Después de la rebelión de 1641 contra los colonos ingleses y escoceses, un gran número de irlandeses y sus familias, unos 40 000 en total, fueron expulsados de su país. Muchos de ellos se establecieron en el Caribe, algunos trabajando como sirvientes, otros como verdaderos esclavos blancos en las plantaciones de azúcar, mano a mano con los africanos, de modo que los dos grupos se influyeron mutuamente. Cuba y Santo Domingo (ahora Haití), controladas por españoles y franceses, fueron mucho más hospitalarias con los católicos irlandeses que las colonias inglesas. En Haití, varios de los expatriados pudieron comenzar sus propias plantaciones, y algunos se convirtieron en traficantes de esclavos; incluso hubo una brigada irlandesa en los intentos de sofocar el levantamiento esclavista que finalmente tuvo éxito en la isla. Es muy posible que el vudú haitiano haya absorbido a la diosa/santa irlandesa Brigid, como resultado de la convivencia y del catolicismo que fomentaban los terratenientes en sus plantaciones. Varios sitios web paganos contemporáneos afirman, sin fundamento, pero plausiblemente, que las muñecas Voodoo’s que son tradicionales de Maman Brigitte en Estados Unidos, son un derivado de la Brídeóg, hecha de juncos el 1 de febrero, el día cristiano de Santa Brígida y la fiesta pagana de Imbolc.

La nueva deidad:
Barón Samedi constantemente le es infiel a Maman Brigitte con mujeres mortales, al más puro estilo de Zeus olímpico. Se la representa como una mujer muy joven y de rasgos dulces, con el pelo largo, de color negro intenso, y de ojos claros. Su cara está pintada de blanco, de forma similar a una calavera, como su esposo. Viste un elegante y laborioso traje de novia y siempre camina descalza, de forma fantasmal. El contraste de su cuerpo casi impúber con su cara pintada de esqueleto recalca el estrecho vínculo entre la Vida y la Muerte.
Maman Brigitte es un ser terriblemente poderoso, pero usualmente se pierde en sus propias divagaciones. Se suelen sacrificar gallos negros en su honor cuando una mujer queda embarazada, para que cuide del niño. Ella protege las almas que nacen y guía a las que se van. Además, se asegura de que las lápidas de los cementerios estén debidamente marcadas con una cruz. Suele pasear de noche por estos lugares, cantando y bailando bajo la luz de la luna. Le encanta beber ron con pimientos picantes y recoger flores con las que adornar su cabellera. Las mariposas que se posan siempre en sus cabellos son símbolos de lo efímero de la vida.
Su personalidad a veces cambia según la región. Algunas versiones la caracterizan como una mujer que, cansada de los adulterios del Barón Samedi, se ha vendado los ojos para no ver nada, aludiendo a que la Vida y la Muerte son ciegas; no contemplan edad, clase social o sexo.
La tumba de la primera mujer enterrada en cualquier cementerio de Haití, está consagrada a Maman Brigitte, y es allí donde se erige su cruz ceremonial. Ella, al igual que Barón, es invocada para resucitar a los muertos, es decir, para curar y salvar a aquellos que están a punto de morir por enfermedades causadas por la magia. Como el resto del clan Guédé, Maman Brigitte no tiene un lenguaje apropiado para una deidad loa, ya que habla con una voz infantil y cambiante, rica en muletillas, jergas, clichés y estribillos llenos de obscenidades. Su voz es descrita como la de una rana que intenta ser sapo, es decir, una voz generalmente aguda que pretende imitar una grave. Maman Brigitte también tiene mucha influencia sobre los asuntos económicos y laborales, así como en el amor. La prueba para ver si una mujer realmente está poseída por Maman Brigitte y no fingiendo, es pasar pimientos haitianos calientes sobre la piel de sus genitales.
El lenguaje vulgar y las referencias sexuales son característicos de todos los Ghedé pues están muertos más allá de todo castigo. No se les puede hacer más daño y es una forma de decir: «no me importa, he superado todos los sufrimientos, nada puede herirme». En un país donde la falta de respeto a las figuras de autoridad fue castigada hasta hace poco con la tortura o la muerte, este es un mensaje poderoso.

El Fete Ghedé:
Se especula que el propio Barón Samedi tiene su origen en el Samhain celta, precursor del Halloween, por su íntima relación con los muertos y por ser el 2 de noviembre, el Día de todos los Santos o Día de Fieles Difuntos, el mismo en que se celebra la fiesta de Barón y Mamán Brigitte. Se trata del Fete Ghedé. Ese día es feriado en Haití. Los católicos asisten a misa por la mañana y luego van al cementerio, a rezar sobre las tumbas familiares. La mayoría de los católicos haitianos también son vuduistas, y viceversa, así que en el camino al cementerio muchos se cambian de ropa: del blanco que vestían en la iglesia, al morado y negro de los Ghedé.
Día de los muertos, 2016. Fotografía tomada en Haití por la viajera británica Grete Howard.
A media mañana, las calles de Puerto Príncipe están atestadas de miles de personas. Decenas ya están poseídas por un Ghedé, y sus voces nasales, chistes obscenos y danzas giratorias los hacen inconfundibles. Grand Cemetiere, el principal cementerio de Puerto Príncipe, no da abasto con tantos visitantes. La multitud se agolpa cerca de la cruz ceremonial de Barón, de doce pies de altura, y la cercana cruz, más pequeña, de Maman Brigitte. Muchos traen ofrendas de café negro y ron, que vierten al pie de las cruces. También traen ofrendas de pan, cacahuetes a la parrilla, maíz tostado y, a veces, comida cocinada a base de pimienta. Ocasionalmente una persona, generalmente un Houngan (sacerdote) o una Mambo (sacerdotisa), sacrificará un pollo o un par de palomas. Finalmente, todas las ofrendas van a manos de los muchos mendigos que se reúnen para la ocasión. Algunas personas venden velas, cirios de cera de abejas e imágenes religiosas de santos considerados como representantes de Barón, Maman Brigitte y los Ghedés.
Una mambo con voluminosas faldas de color negro y lavanda, un corpiño con volantes de los mismos colores, varios pañuelos de seda enrollados alrededor de la cabeza y un collar de cuentas, se acerca a la cruz de Maman Brigitte con sus hounsis (los que han recibido el primer grado de iniciación). Lleva cirios adhesivos de cera de abejas que fija en cada brazo de la cruz y en su centro. Luego saca una gallina negra de su bolsa de paja, y la mueve sobre los cuerpos de sus hounsis, eliminando todas las influencias malignas. Después de la oración, mata el pollo rápidamente como lo haría para una comida normal. La sangre chorrea en la cruz, y le da el animal muerto a una mendiga hambrienta que espera limosna. La Mambo llega a ser poseída por Maman Brigitte, y profetiza los eventos del próximo año. Uno de los hounsis que se ha comportado mal es disciplinado con unos suaves toques, y uno que está enfermo recibe la receta de un tónico herbal. Entonces Maman Brigitte empapa su cruz con ron y la prende, canta y baila con gran virtuosismo para alegría de todos los presentes. Unos momentos más tarde deja la cabeza de su Mambo, quien, recuperada, se compone y sale del cementerio con la mayor dignidad.
 
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